Parecía que no iba a llegar nunca, pero finalmente aquí lo tenemos.
Después de tanto tiempo el juego más esperado se dispone a deslumbrar, y es que no hay que engañarse: este juego está muy por encima de todo lo visto.
Virtudes y prodigios
Si adular técnicamente la cinemática puesta en escena puede resultar más o menos gratuito, probablemente haya que recordar que el grafismo de ensueño se mantiene a la hora de jugar, tramo en que cada uno de los miles de detalles gráficos que nos harán frotarnos los ojos (y aprovechar el movimiento para cerrarnos la boca) interactúan de forma brillante con nuestros movimientos: al más puro estilo Metal Gear de toda la vida, tendremos que tener en cuenta cualquier aspecto para evitar ser cazados, desde nuestra sombra, a nuestro paso por fuentes de luz o por zonas de suelo metálicas cuyo sonido advertirá de nuestra presencia al enemigo. Y es que el cuidado, el sigilo absoluto, sigue manteniendo las mismas pautas -tan sólo pulidas por avances varios- que harán que la inquietud y tensión se apodere de nosotros.
Aunque hayan muchas maneras de enfrentarse al enemigo, al principio deberemos actuar como cobardes escurridizos, recreándonos en emociones de furtivos novatos, felices e incrédulos ante la experiencia. Ya más experimentados, hechos a unos controles mucho más ricos y repletos de posibilidades (tanto para pasar desapercibidos, como para atacar con esa agradecida vista subjetiva) disfrutaremos sumergiéndonos en ese papel protagonista que con tanta tenacidad -y la comentada teatralidad- ha perseguido su creador. Reincido: es posible que durante muchos, largos ratos inactivos, lleguemos a cuestionar tanta cinemanía. Pero sí es cierto que también habrán muchos momentos impagables en que nos sentiremos protagonistas de una gran película.
Para ir terminado, hay que mencionar que el guión, con puntos brillantes, se irá retorciendo como sucedía en el Metal Gear de PSX. Aunque eso sí, participando de la filosofía de esta secuela:todo mucho más a lo grande, demostrando hasta aquí que la elaboración es tan minuciosa que ningún aspecto se queda corta. Responde a esa máxima de que más vale que sobre qué que falte, lo cual nos recuerda algo triste: lástima que este ideario no haya podido quedar plasmado en una conversión a Pal que, pese a no tener excesivas trabas por su carencia de 60 hz (la adaptación en ese sentido es bastante correcta), tiene unos doblajes paupérrimos, repletos de errores de sintaxis, gramática y muestras de traducción independiente al juego (ejemplo: en un dialogo a una masa de soldados, los "you" que serían "vosotros" se traducen repetidamente como "tú", dejando sin sentido el discurso de un personaje), haciendo en definitiva más grave la ausencia del gran doblaje que disfrutamos en la ocasión anterior. Será que cuando un juego es el mejor de forma incuestionable, se puede permitir fallos que el resto de sus virtudes pueden ocultar con facilidad.
Pero estando tan cerca de la perfección... ¿por qué no rematar la jugada?