En estos tiempos en que los vaticinios de la ciencia ficción sobre la proximidad del fin de nuestros días parecen encontrar respaldo en los noticiarios, varias son las preguntas a hacerse. Una de ellas, caso de que llegue la hora, si esta será realmente definitiva o si algo sobrevivirá al día D. Uno, tiende a pensar que si una catástrofe de enjundia acontece quizá queden pocas cosas: algún resto de algún edificio, algún humano ubicado en el lugar adecuado… y alguna GameBoy, de Nintendo.
Porque con sus más de veinte años, la portátil de Nintendo fácilmente seguirá funcionando si el usuario que la tiene en su casa se pregunta por si aquel aparato de enorme tamaño (que entonces veíamos reducido) sigue operativo. Porque gran parte de las consolas de Nintendo están hechas a prueba de bombas, en tanto otras de la competencia a las que no vamos a mencionar (entre otras cosas porque muchos deducirán cuáles fácilmente) parece se romperán si no las miramos con cuidado.
Gameboy: lo resistía todo.
Gameboy: lo resistía todo. |
Resulta curioso recordar cómo cuando se empezó a hablar de GameBoy, su aspecto gráfico tosco nos hacía dudar si aquello supondría una evolución respecto a las hand held. Es decir, mientras el mundo se asombraba por Lynx, mientras las recreativas llamaban nuestra atención con Final Fights y Street Fighters, cuando incluso en los hogares llegaba la hegemonía de los Amiga y compañía inundando todo de color y hablando de evolución, GameBoy proponía algo amarillento y cuadriculado que no sabíamos distinguir a primera vista de las máquinitas del paleolítico de Nintendo.
Luego llegó lo que todos sabemos: el Tetris como símbolo de un software terriblemente acertado que remató Mario Land al poco tiempo, y la competencia en permanente quiero y no puedo en una situación que muchos han explicado por cuestiones como precio de las máquinas y duración de las baterías.
Gameboy Advance SP: color, pantalla retroiluminada... en su momento parecía lo máximo que Nintendo nos daría en portátiles.
Gameboy: lo resistía todo. |
Y en estas estamos que por primera vez tenemos ante nosotros a una portátil de Nintendo enormemente vanguardista. Una que se despreocupa del precio, que incluso reduce la autonomía de la batería. Y nada parece quedar del legado GameBoy, más que la habilidad para elegir el software: para muchos el Super Street Fighter será una opción de lujo para estrenar consola, siendo quizá reprochable que no hayan puesto de alguna forma un Tetris en catálogo para cruzar homenaje y puesta a prueba la vigencia de la fórmula y si es cierto que la historia tiende a repetirse.
Curiosamente, con el amplio legado que GameBoy dejó, llegando a ser una marca de enorme poder, esta 3DS llegará con muchas generaciones que sabrán tan poco de aquella como del Spectrum o del Amstrad: nada. Y tras tener una 3DS en las manos puede que sea positivo, falta ver si esta consola es nuevamente capaz de superar en ventas a la precedente, cosa difícil con los hitos logrados por DS.