Ni con todo el tiempo extra empleado para sacar más provecho a gta iv –un número de horas invertido muy superior al de cualquier otro análisis–, ni dedicándole muchas más, se puede lograr explotar lo suficiente el nuevo episodio de esta serie para tener la sensación de conocer suficiente a este siempre sorprendente juego. Pero la conclusión, sigue siendo clara.
Quienes ya sepan de esta saga, al menos desde su tercera parte –continuada excepcionalmente en Vice City– no necesitan éste artículo ni para informarse ni para recibir el cúmulo de halagos a los que cualquiera de sus usuarios ha de rendirse necesariamente. Ellos lo tienen ya en casa desde el primer día de su puesta a la venta, y probablemente ahora existan sólo en un mundo paralelo de relaciones mafiosas, robos de coches y violencia semi-gratuita en donde probablemente sean mucho más felices.
El resto, los que desconozcan éste nombre, deberían usar éstas líneas para pasar el rato mientras hacen lo único que pueden hacer si el mundo del ocio electrónico les interesa mínimamente: ir a la tienda, coger un GTA, dirigirse a su casa, bajar las persianas, cerrar la puerta con llave, descolgar teléfonos y salir al exterior sólo cuando la salud o un avance lo suficientemente significativo lo aconsejen o permitan.
Esta es mi ciudad, este es mi barrio...
Iniciamos San Andrea descubriendo a nuestro nuevo protagonista. Aquí se inicia un cambio de temática sustancial, que da una nueva perspectiva cuyo interés crece por momentos. Un pandillero afro americano vuelve a la calle tras una estancia en prisión. Acosado por la policía en un fugaz encuentro que recuerda que en el universo de GTA no hay nadie inocente, que todo huele a podrido y que parte de su diversión es la de asomarse al lado de la delincuencia y juguetear con él –experimento que lo convierte en título para mayores de 18 años–, nuestro nuevo amigo se dirige al encuentro con sus antiguos com-pinches: una panda de delincuentes metidos en todo tipo de trapicheos en la fase más oscura de la guerra de bandas. Llega tiempo para asistir al entierro de su madre, víctima del fuego cruzado en una de sus disputas, y la situación dará paso a las primeras misiones tras una repentina huida... en bici.Aparte de este pequeño detalle que apunta al trabajo de incremento de opciones que nos permiten entre otras cosas manejar monopatines o jugar al baloncesto por citar un par de ejemplos, se han añadido nuevos marcadores que dan a nuestra vida una nueva dimensión con más prestaciones y obligaciones. Por primera vez alimentarse será algo prioritario para no perder energías y fuerzas, y hacerlo tendrá su importancia para no acabar siendo una bola carnosa que impongan poco respeto, y así las visitas al gimnasio para muscular y ganar en tamaño y presencia, serán algo necesario. Para ello, dispondremos de un manejo de pesas, cinta para correr y bicicleta estática, que recuerda a los juegos de deporte en un planteamiento muy tradicional, a base de golpear repetidamente dos teclas del pad para así aumentar la frecuencia en el movimiento al hacer ejercicio.
De la misma forma, deberemos cuidar nuestros atuendos, tatuajes, cortes de pelo y el ropaje que en su colorido debería recordar a que banda en concreto pertenecemos. Cuando seamos un super-cachas, además de pegar más fuerte, impondremos más y podremos ir acompañados de más personajes a la hora de cumplir con ciertas misiones.
El respeto es así otro de los medidores añadidos junto al de alimentación, energía y grasa. Como evidencian los guiones, nuestra llegada no será excepcionalmente bien recibida y nuestros excompañeros nos respetan más bien poco por la ausencia. Pero eso sí, cada misión en que cumplamos con sus oscuros propósitos, les saquemos de algún aprieto o demostremos nuestra total falta de escrúpulos y respeto a la ley, la relación cambiará. Aunque a veces no nos repercuta en dinero, y tengamos que hacer trabajos extra para aumentar fortuna ¿si no, cómo nos compraremos una casa?