No resulta muy alentador que en el periodo comercial por excelencia, Europa haya vuelto a quedar en segundo plano. Será por las complicaciones de las múltiples traducciones y la evidente escasez de consolas, pero mientras en Japón y EEUU se está librando una de las guerras en el sector más atractivas desde el salto de los 16 a los 32 bits (habrá quién piense que incluso más), en países como España tan sólo queda la posición espectadora o la de lanzarse a una importación que está llegando a límites inauditos.
Esto último, lo demuestra el hecho de que webs de subasta o tiendas especializadas en importación hayan traido la PSP de Sony a precios oscilantes en torno a los 600 €uros. Un encarecimiento de más del 100%, cuando el dólar hace la compra a EEUU más asequible que nunca (eso sí, allí está todo agotado). Por su parte, que ésta es una de las disputas más atractivas en el videojuego, es una consecuencia lógica del poder invencible de Nintendo con Gameboy, atacado por primera vez por Sony, que ya hizo lo imposible hace años con PSX.
Con 2 millones de unidades de Nintendo DS vendidas en el corto periodo en que están en las tiendas -y esperando vender 2.800.000 antes de acabar el año- Sony, en un periodo mucho más corto ha hecho lo mismo con sus 200.000 iniciales, con unas ventas pronosticadas de 500.000 antes de acabar éste ejercicio económico. Las diferencias hasta el momento las marcan las fechas, a los vendedores unas y otras se las quitan de las manos.
Entre tanto se manejan plazos de salida en el viejo continente, poco halagüeños ya, por cuanto el momento ideal para muchos habrá pasado. Marzo, el mes del año en que el videojuego se recupera tras el bache de enero (y que también tiene la tercera parte de Metal Gear anunciada) podría suponer la llegada de ambas a recuperar su batalla en estos lares. Para entonces la importación seguro que ha recuperado el sentido común. O agotado los motivos de avaricia.