En más de una ocasión hemos demostrado el espíritu nostálgico hacia varios temas, y probablemente el que más pasiones levante entre algunos de nosotros sea un ordenador de demasiados años atrás como es el Commodore Amiga. Un largo especial publicado en nuestra edición impresa, y posteriormente recuperado en esta sección, daba buena cuenta de la historia de un ordenador hecho para ser algo diferente y que lo fue durante varios años.
Ahora bien: tranquilos los lectores cansados de batallitas trasnochadas sobre un ordenador que hoy día no pinta nada y del que regularmente tenemos que padecer noticias especulativas sobre su regreso, hoy no van por ahí las cosas.
La cuestión es que, en la época del Amiga, había un ordenador con el que se enfrentaba como marca innovadora, y raro que resulte, los de Commodore lograban imponerse sin problemas sobre la compañía más poderosa en estos tiempos: Apple.
Sí, en propiedades multimedia no había color, pero como oferta completa Amiga arrasaba en todos sus frentes. Y uno de ellos es el que da sentido a este artículo: los videojuegos. Porque durante un tramo, los mejores videojuegos eran los videojuegos Amiga, que antes de que Super Nintendo y Megadrive hicieran su incursión lo estaba dando todo en 16 bits con unas cualidades gráficas sólo seguidas de cerca por Atari ST, que entre tanto palidecía en lo que se refería a prestaciones de sonido.
Apple nunca ha representado nada serio en videojuego. No lo logró ni pareció pretenderlo realmente en su primera época, y cuando macbooks e iMacs se lanzaron a la reconquista, se hicieron con una posición de dominio o se convirtieron en la puesta percibida como adecuada por millones de usuarios, siguieron sin ser un ordenador visto ni ligeramente como plataforma de videojuegos.
Es cierto que los ordenadores no son lo que eran respecto al sector, y que sólo recientemente la desesperación de Capcom por ampliar mercado ha dado con algún discurso que nos hace pensar en lo contrario (y basando su discurso en un elemento clave que contemplan como reto: la piratería y cómo combatirla). Sin embargo en Apple tienen una plataforma ideal en la tienda que incorporaron recientemente para extender su arrollador éxito con la Appstore, que por primera vez ha permitido que algo lejanamente parecido al videojuego, sí sea cosa suya.
Si decimos lejanamente parecido al videojuego, es por cuestiones sabidas por muchos usuarios y que hemos mencionado más de una vez: desarrolladoras como EA, figuras representativas del videojuego clásico como Jon Hare, han puesto de manifiesto la triste rentabilidad que salvo puntualísimas excepciones proporciona un juego en Appstore. Los controles son por otro lado nefastos, y lo que quedan son curiosidades, minijuegos o demás pasto para los llamados casual.
Pippin, cuando Apple lo intentó de veras.
¿Pero hay ambición de cambiar? Que el lugar que centra todas las noticias del videojuego, en que marcas como Sony o Nintendo presentan máquinas y catálogo de tanto potencial como PS Vita o N3DS mirando de reojo a Mac, no cuente con la presencia de los de Cupertino es desconcertante. ¿Se trata de reservarlo todo a sus shows-keynote o consciencia de que hay poco que aportar realmente? ¿La tienda que incorporaron al OsX fue una apuesta lenta que espera que el sector videojuego se estampe para recoger sus pedazos y entonces insertarlos en su catálogo? Porque salvo algún juego de renombre de otra temporada, algún remake de peso –doblemente pasadito– como Monkey Island, o las tropecientas tonterías previsibles, la tienda sigue pasando más que desapercibida. Y la pregunta sería ¿hasta cuándo? Pero sobre todo ¿puede aportar algo una compañía que ha mostrado tamaño desprecio histórico, probablemente arraigado a su creador, por el videojuego durante décadas? No nos engañemos, lo mismo que representaba de liberación respecto al PC, con lo que ha hecho vía Appstore lo representa de enemigo para el videojuego… si las cosas no cambian mucho.