En el artículo previo de 7 bits, hablábamos de un videojuego que merecía mayor reconocimiento como Comic Bakery, y rebuscando títulos con los que era fácil divertirse a mitad de los 80 sin reconocerles su valía frente a otros símbolos de la época, Gremlin Graphics tenía en Bounder a un buen representante.

Ciertamente su sinopsis no daba para mucho y la idea de dar forma a un reto con una pelota de tenis cuyos botes y dónde debíamos darlos eran la clave, no era compleja en sí misma. Pero el diseño de niveles y las obligaciones con el avance de scroll vertical lo hacían todo, y aunque muchas veces nos desesperaba con sus complejas exigencias, era fácil volver regularmente a este título publicado en 1985 que lucía especialmente en su versión Commodore e incluso Amstrad. Ahí, frente a los rigurosos monocromos de las versiones Msx y Spectrum (la primera al menos no prescindía de su pegadiza melodía, hecha a medida del estrés que acababa proponiendo Bounder), podíamos distinguir mejor las plataformas que debíamos pisar y las que no, e incluso a dos alturas que prácticamente aparecían confundidas en las otras conversiones.

Bounder versión Amstrad.

Bounder versión Amstrad.

Un planteamiento tan adictivo, que bien podría volver hoy en forma de minijuego, tuvo inevitablemente con el tiempo un remake cuyo aspecto/rejuvenecimiento de melodías bien merece unos segundos de los nostálgicos veternos.



Además, los seguidores del software patrio en su llamada edad de oro, recordarán otro título con enorme parecido con Bounder si bien combinado con el componente mata-mata de los shoot’em up, un Turbo Girl que con su vertiente plataformas se acercaba mucho al juego de Gremlin Graphics. Para quien tomó al título que hoy recordamos por uno menor, le sorprenderá que sea de los pocos que aguanta unas partidas 25 años después, prueba que no pasan muchos de los grandes de entonces.