Un precio de salida coherente con una consola con numerosas funciones (incluyendo las 3D), no es bastante cuando se trata de comparar ventas con productos acertados para el marketing como DS o Wii. Y en ese sentido, en Nintendo pueden prepararse para momentos peores: Wii U lo tendrá difícil para convencer a todos aquellos usuarios que se hicieron con una Wii por la moda, más cuando su precio acabará siendo comparativamente mayor, y cuando las modas resultan tan caprichosas (y la de tener una consola curiosa en casa, ya se ha cumplido).
La cuestión es que anunciado el recorte de precio drástico, lo que es otra medida razonable vuelve a ser interpretada como un signo de debilidad. Más que ver cómo crecen las opciones de una máquina que tiene un prometedor catálogo por delante, se ven las cancelaciones y retrasos que las 'bajas' ventas han ocasionado y que la compañía nipona ya no maneja el sector del videojuego a sus anchas.
En ese sentido, en Nintendo han optado por otra medida drástica, en teoría más para gustar a los inversores que para provocar un verdadero ahorro: sus ejecutivos se han bajado el sueldo a la mitad. Con un 12.2% de bajada del precio de sus acciones el pasado viernes, esperan que este signo de compromiso (que bien debería ser aprendido por otros mandatarios y no sólo de empresas privadas) sea bien recibido y que los meses hasta navidad terminen por ser claves para su futuro portátil. Lo que también está claro es que la estrategia con Wii U podría acabar cambiando de forma notable según evolucionen los acontecimientos.