Las acciones caen y los frikis agoreros sentencian: “será la nueva Sega”. No se dijo algo parecido de Sony cuando Psp se estancaba o cuando Ps3 parecía no terminaba de despegar, pero con Nintendo parece hay especiales ganas por un sector, quizá herederos de la marca del puercoespín azul, que no entienden que su lugar natural está de la mano de su antigua rival, que poco tienen que ganar con esta derrotada.
Pero que Nintendo apabullara los últimos años, quizá sea mucho para quienes a principios de los 90 mantenían discusiones absurdas sobre una superioridad que con el tiempo fue fácil ver favorecía a SNES. Y por tanto los éxitos de Wii y DS colocándola en lo más alto, siguen siendo difíciles de digerir: de estar encaminada a ser mera comparsa desde Nintendo 64, víctima de una pérdida de protagonismo progresivo, acabó conquistando todos los hogares por encima de las mejores expectativas, y eso es demasiado para un ultra-Sega.
Ahora bien, que la casa de Mario esté padeciendo las locuras bursátiles por no haber alcanzado las cifras esperadas (y especialmente por haber concedido un descenso de precio hasta entonces muy reclamado) obliga a planteárselo ¿es 3DS una consola a la altura de las circunstancias? ¿es digna sucesora de DS, digna competidora para un mercado en transición?
Cuando analizamos a la nueva portátil tanto en las primeras pruebas como escasos días después de su puesta a la venta, no la habíamos probado con profundidad. Y ahora, tiempo después, el diagnóstico cambia. Por ejemplo, el consumo de batería nos revela que este es incluso superior a lo que creíamos. Dejar la consola en reposo obliga a una carga al día siguiente o tras una larga y frenética sesión (de esas habíamos tenido pocas en principio). El tema estrella, el de la tridimensionalidad, nos parece más natural con el paso de las partidas -al menos con un ajuste de perfil bajo- y lo que vemos en pantalla nos convence de que la evolución ha llegado al punto necesario.
Por otra parte, cuestiones accesorias como las descargas de la tienda virtual, nos han demostrado que el potencial es enorme. Igual porque caímos precipitadamente en un Mario Land con gancho permanente, pues lo cierto es que otros apenas nos ha retenido unos minutos. Eso sí: no hay duda que un Mario Kart, cualquier Castlevania o un Sonic nos hará disfrutar en portátil más incluso de lo que estos juegos lo hicieron antes, pues en diseño y prestaciones 3DS es la consola que suple todas y las carencias de una DS que ha estado demasiados años retrasada técnicamente. No en vano hablamos de la máquina que llegó en época de juegos en perspectiva subjetiva sin prestaciones poligonales, que venció desde el puro marketing a una PSP que volverá a repetir enfrentamiento el próximo periodo navideño (ahí habrá que ver si las ambiciones de apertura a más tipos de juego de Vita o el potencial de los pesos pesados como Uncharted desequilibran la balanza).
En realidad, y por más que 3DS lleve meses en el mercado, en estos momentos cualquier pronóstico tiene poca base, es fácil dudar si en esta ocasión la apuesta razonable es Nintendo o si Sony ha aprendido la lección como hizo antes de llegar a la primera Playstation. Lo que sí está fuera de toda duda es que 3DS, con el nuevo precio y al primer lanzamiento que valga verdaderamente la pena (o cuando llegue su momento estrella: con la época de regalos navideños) se convertirá en una candidata a regalo ideal. Que no estamos ante una Lynx con problemas grotescos de alimentación, ante una Sega con un catálogo limitado (y problemas, en su caso serios, de alimentación), ante una PSP que se ve vencida por no haber depurado precio o limitado la piratería. Aquí hay madera de gran consola y quienes cayeron ante DS lo deberían hacer con más razón con su sucesora. Antes o después.