Entre tanta sobre-explotación con cada vez menos margen, existen pocos títulos del pasado con verdadero potencial que no hayan vuelto para ser exprimidos.
Cuando aquí hablamos de esos escasos elegidos que por jugabilidad bien podrían ser recuperados, casi resulta irritante que no sean ellos el centro de la explotación de la mercadotecnia y que no haya reediciones en marcha. En realidad, el problema es que los títulos que han sobrevivido entre los clásicos son juegos con engranajes demasiado sencillos para ser planteados como nueva superproducción, el único terreno que les queda por tanto es el de la descarga digital, unas veces con eso que se ha dado a llamar “consola virtual” (el clásico ‘a pelo’), otras como una adaptación más o menos agradecida.
Entre los que destacaríamos, Bomb Jack nunca ha recibido la atención merecida, motivo que explica que apenas una versión lamentable en Wii (vía Consola Virtual), sea la única forma de volver a él; Gradius tiene una vía intermedia también en Wii con Rebirth, y pese a su extrema dificultad, contentará a los veteranos tanto como fallará al reclutar a nuevos usuarios (algo que podría hacer un Parodius, saga que siempre fue más asequible); Boulder Dash tiene en Xbox Live un título que se enfrenta a la constante contradicción de todo aquel estudio que ha adaptado la franquicia rejuveneciéndolo con un aspecto extraño que le quita la gracia del original (al menos esta vez viene con la opción de verlo en formato original). Y, sí, viendo el título y la imagen que ilustra este artículo, es fácil deducir que toca hablar de Tetris, otro de los ‘must-have’.
Uno quisiera tener acceso a sondeos sobre la forma en que los nuevos jugadores se han enfrentado a Tetris, un título que casi merece integrar planes de estudio académicos. Hablamos de algo que excede a este sector desde su planteamiento, de uno de los primeros programas que cruzó fronteras y que se ganó a audiencias que entonces no querían saber nada de los llamados matamarcianos. Tiene un poso de elegancia y casi de función educacional, ha vuelto de hecho en varias ocasiones con más o menos gracia (destacaríamos la oficial en DS, verdaderamente atractiva) y tiene incluso una empresa dando licencias y supervisando cómo vuelve cuando luce su marca.
Pues bien, tras probar la versión de EA descargable en PSN, hay que concluir que Tetris merece volver a él regularmente. Cierto que antes o después nos cansaremos de sus interminables retos, que son demasiadas las noches tratando de conciliar el sueño después de sus partidas viendo fichas imaginarias en nuestra cabeza, pero que el modo on-line que tenemos ante nosotros y que nos coloca ante jugadores verdaderamente expertos, redescubre lo que algunos creían eran las posibilidades de juego y pone de manifiesto toda la técnica y pericia que llega a exigir el primer título ruso conocido una vez se exprime hasta el extremo.
Puede que a ese nivel muchos novatos se echen para atrás. Pero también que con la enorme base de jugadores que creían ser expertos y se quedarán asombrados ante el ridículo nivel que muestran al competir con freaks de otros países, fácilmente se despertará en ellos un ramalazo competitivo que sacará partidas que en pocos videojuegos pueden alcanzar un nivel de emoción tan intensa. Y como dejábamos caer antes, Tetris no es uno más: es uno de los más importantes y colabore o no la industria, hay que caer en él cada cierto tiempo.