A menudo nos da por rebuscar las licencias oficiales que dieron con videojuegos decentes y al referirnos a los del pasado nos liamos hablando de cosas como las que podrían haber sido grandes si se hubiera concedido el permiso. La Abadía del Crimen, Rick Dangerous, Sly Spy, Bomb Jack…
Citamos también entre las compañías que sí se anotaron triunfos a Ocean, con un número importante para lo que solía hacerse en el sector, a Konami, que lo hacía todo bien en aquella época… pero nunca, nunca, hablamos de Kung Fu Master.
Kung Fu Master, versión Amstrad. Un colorido muy acertado para la época.
Kung Fu Master, versión Amstrad. Un colorido muy acertado para la época. |
La situación es curiosa porque hablamos de un título que para quienes vivieron los 80 tenía un halo especial de leyenda. Hay que enmarcarlo en una época en que muchos juegos conservaban una larga vigencia, unos meses de retraso al adquirir uno no suponían obstáculo alguno cuando incluso había un respeto por títulos que tenían años y que aún así eran perfectamente comerciales a través del paso del tiempo.
Así que Kung Fu Master, considerado referencia por dar el pistoletazo de salida al género beat’em up (lugar en el que luego reinarían Double Dragon, Final fight y un largo etcétera), admitía partidas con mucha regularidad. A su jugabilidad no le hacía excesivo daño el empleo de rutinas inevitablemente desesperantes (así funcionaban las cosas para dar dificultad entonces) y casi sorprendía que un planteamiento tan simple hiciera tan divertida la experiencia, algo en lo que pese a todo puede que influyeran lo desesperantes que eran los motivos para perder vida si no golpeábamos en el momento adecuado.
La versión MSX, más austera pero con algo mayor definición y muy funcional.
La versión MSX, más austera pero con algo mayor definición y muy funcional. |
La cuestión es que, al hilo de lo que apuntábamos al principio, no habríamos sospechado que el Kung Fu Master que vio la luz en 1984 tuviera un origen puramente cinéfilo. Las diversas versiones publicadas (un largo repertorio, algunas con diferencias enormes pero sorprendentemente cada una con sus elementos atractivos, véase MSX y Amstrad) hacían referencia únicamente a lo de “la versión oficial de las máquinas”, como de hecho lo anunciaba Erbe, junto a lo de “número 1 en USA”, que entonces vestía. De esta forma, ni llegamos a sospechar que Wheels on Meals, conocida como Spartan X en Japón, estaba detrás, una película protagonizada por un Jackie Chan que por aquel entonces no era el icono de la acción oriental conocido en todo el mundo.
Así, la película de comedia-acción que protagonizaba nos resultaba tan inasequible que se cambió el título del juego y se convirtió en un fenómeno totalmente independiente (más allá de todo lo que influyó posteriormente) al que constantemente se citaba como referencia en el género.
Con una esencia resumida de forma gráfica (“rescata a tu novia, golpea a la gente”), el largo repertorio de versiones merece un buen vistazo que incluso entretendrá al jugador de hoy. Luego vinieron remakes de aficionados que podían lucir especialmente adaptando rutinas y modernizando gráficos puesto que aquello no era especialmente exigente en temas técnicos (frente a la evolución posterior, Kung Fu Master era de un bidimensionalismo estricto sin un ápice de profundidad).
La versión clásica que hizo del juego un mito independiente de la película (al menos fuera de Japón).
La versión clásica que hizo del juego un mito independiente de la película (al menos fuera de Japón). |
Visto ahora, es difícil aislarlo del aire de grandeza que tenía en los 80 y esa forma especial de satisfacer a todos los que se acercaban a probar su naturaleza de clásico incluso para entonces. Por tanto acaba mereciendo un respeto por encima de las rutinas que hacen de él un planteamiento de una simplicidad absoluta, de la que muchos dicen que se hacen numerosas grandes obras.
Jackie Chan, en el film que dio origen al juego. Aunque entonces no sabíamos de su existencia.
Jackie Chan, en el film que dio origen al juego. Aunque entonces no sabíamos de su existencia. |