Silent Hill para PSX quizá adoleció de brillantez gráfica por hacer uso de un engine muy limitado por el hardware, pero en esta ocasión Konami puede exhibirse, y el miedo no sólo va a llegar a quien cometa la temeridad de comprárselo: cierta compañía de programación va a tener que ponerse el mono de trabajo: Capcom tiene un serio rival.
Y finalmente Konami ha hecho de su Silent Hill el videojuego de miedo que incluso los puristas gráficos podrán apreciar.
Las cualidades de la versión precedente -cuyo seguimiento es innecesario para el hilo argumental-, se unen en esta ocasión a un terrible (nunca mejor dicho) potencial gráfico donde las sensaciones van creciendo de forma angustiosa de la manera que nunca antes habrán apreciado los fanáticos de otros survival horror.
Con una trama descorazonadora desde un principio, iniciamos desorientados nuestra andadura en la entrada de un pueblo donde el protagonista ha sido citado con su mujer (muerta años atrás). Así, guiado por una reciente carta escrita de su puño y letra, se adentra en un mundo donde el interés se crea en un nivel lo suficientemente alto como para que el entorno gráfico, cargado habitualmente de una espesa niebla que nos desespera y tensa a partes iguales, llegue a hacernos dudar de si jugar va a ser en esta ocasión divertido o no.
Pero cuidado: esto no es ni mucho menos lo peor. De acuerdo que las texturas, frías, heladas, impactantes en medio de oscuridad, niebla, o cualquier otra circunstancia que nos limite la visibilidad, son obstáculos complejos de lidiar. Por si solos son capaces de alterar todo nuestro sistema nervioso y hacer que entreguemos toda nuestra atención a la pantalla. Pero es que el sonido...
El sonido literalmente te revuelve el estomago. Te domina y te vence, te fuerza a salir corrriendo -como sea, sin prestar atención a los detalles- de una estancia para olvidarla, alejarse de su recuerdo... o incluso te hace dudar, ponderar la conveniencia de abrir una puerta que filtra ruidos que deseariamos no oir jamás, aun a pesar de que esa sea la única vía para seguir.
¿No sería mejor abandonar, extraer el compacto, apagar la consola y solicitar el cambio del producto por el fabuloso, ameno y jovial Jak&Dexter?
Imposible. Desde la primera toma de contacto, si hay un resquicio de valentía en el jugador, la curiosidad, el morbo y tantas otras cosas le forzarán ineludiblemente a seguir adelante.
Lo hará cautelosamente, temeroso en la mayoría de las ocasiones, pero cada vez que abandone su gesta para descansar (por el bien de su salud mental) recordará los momentos vividos como grandes momentos de emoción.
¿A la sombra de Resident Evil?
Es obvio que en los títulos de consolas todo lo que hace referencia al género 'survival' y con connotaciones de "canguele", tiene en Resident no sólo un precursor, sino un difícil rival a batir que en gran medida es intocable.
Y probablemente el gran mérito que tiene SH es buscar un camino verdaderamente innovador, coger premisas tan similares para en una nueva dirección seducir tanto a los novatos, como a los que han saboreado cada una de las entregas del juego de Capcom.
Lo cuales definitivamente complejo. Pero es que incluso, lejos de decepcionar, les alienta ver como la cada vez más nítida estructura de los Resident Evil aquí se altera de tal manera que, siempre que esperamos que suceda algo, simplemente, no sucede. Y eso es de agredecer.
Esta cualidad se consigue por un ahondamiento real en el terror psicológico. La mayor parte del tiempo tememos que pueda suceder algo, pero lo cierto es que no sucede. Con semejantes sonidos, somos conscientes de que cualquier 'aparición' en determinados momentos podría quebrar para siempre el ritmo de latidos de nuestro corazón... pero todo queda ahí. Aún así, la consciencia de que algo sucederá antes o después -que suceder, sucede- nos hace estar mucho más tiempo con miedo del que sería necesario. Meritorio totalmente.
Así podríamos concluir que, con un motor gráfico 3D ciertamente holgado, Konami ha conseguido aportar lo que deseaba a la versión precedente, y de esta forma ofrece una gran alternativa para los RE que, esperamos, acrecente a su rival y nos de una gran -y aterradora- rivalidad enriquecedora para la competencia.
Que Dios se apiade de vosotros si osais comprobarlo.