Hal Laboratory continúa explotando las posibilidades de Nintendo DS a cada nuevo lanzamiento. Lejos de mostrar agotamiento de ideas o estancamiento en las formas, los equipos encargados de los últimos juegos de Kirby han logrado imprimirle personalidad propia a conceptos que rozan de manera curiosa la casualización extrema.
Un recién llegado podría pensar que este es un desarrollo cuyo lugar natural no debería ser una consola portátil, sino que se trata de una machaca pantallas para iPhone o iPad debido a la hipertrofia táctil en la que se refugia su sistema de control. Solo el lápiz es necesario para mover hasta a diez kirbys hiperactivos rondando por la pantalla. Y nada más lejos del resultado final: en efecto, el control se ha reducido a la mínima expresión, pero es en el detalle y profundidad de los retos que conforman la aventura donde se puede afirmar sin rubor que se trata de un juego made in Nintendo.
La excusa que pone al jugador en situación coloca a Kirby separado en diez pequeñas réplicas suyas. Recomponer al héroe sirve como hilo para conducir al protagonista a lo largo de los cuatro amplios mundos iniciales del universo Kirby. Cada nuevo nivel exige tener en el equipo un número determinado de Kirbys, por lo que llegar con todos ellos sanos y salvos al final de cada pantalla es una de las gracias del planteamiento jugable.
Desaparece por el camino (otra vez) la glotonería de Kirby absorbiendo enemigos, que no devorando fruta, y ahora con un simple toque del lápiz basta para que todos los personajes se lancen contra el incauto enemigo de turno y acaben con él propinándole una paliza monumental. Moviendo el lápiz por la pantalla, pulsado sobre objetos y realizando sencillos movimientos es como se controla a los protagonistas. En los primeros niveles no supone ningún tipo de reto, pero una vez avanzado en el desarrollo (y buscando las medallas ocultas) es cuando se descubre todo el potencial estratégico que esconde cada fase: hay que hacerlo muy bien, tener un gran pulso y nervios de acero para acabar a la perfección cada una de sus etapas.
Por lo demás, y salvo el sistema de control, Kirby Mass Attack presenta los correctos gráficos y músicas que deben esperarse de una producción de Hal Laboratory. Como añadidos, los extras en formato de minijuegos alargan la vida de la tarjeta, ya que muchos de ellos son juegos completos, y divertidísimos, con los que entretenerse bastantes minutos: pinballs, matamarcianos etc... son los huevos de pascua que incluye esta aventura que, si bien no funciona de una manera tan precisa como el excelente remake actualizado Kirby Super Star Deluxe, sí arranca unas cuantas sonrisas e invita a jugarlo completo hasta el final.