Aonuma ha tocado el cielo ofreciendo el mejor Zelda publicado desde hace años, fresco como Wind Waker y emocionante como Ocarina of Time.
Cuando Eiji Aonuma, productor de la serie desde 1998, inmerso en la promoción de Zelda Spirit Tracks (DS 2009) comentaba que para futuras aventuras de Zelda desearía que se desarrollase surcando los cielos, el detector de pistas se puso a funcionar de inmediato en el sector. Nintendo comenzaba a dejar pinceladas de lo que sería su gran obra para Wii (con permiso de SMG2) junto a imágenes de prensa donde el arte del juego mostraba los derroteros gráficos por los que iría.
Con la llegada de 2010 Skyward Sword se convertía en una realidad, mostrando acabado cel shading colorista junto a un sistema de juego similar a Twilight Princess y el añadido del Motion Plus, que en las demos apenas dejaba aventurar cómo se integraría en la aventura. Lo que no se hizo público hasta avanzado el año 2011 es que el juego forma parte de la celebración del 25º aniversario del nacimiento del icono y que, dentro de este importante marco, su historia se sitúa al principio de toda la narración, siendo el primero en orden cronológico de toda la saga.
Aonuma ha tocado el cielo ofreciendo el mejor Zelda publicado desde hace años, fresco como Wind Waker (2002) y emocionante como Ocarina of Time (1998). Shigeru Miyamoto supervisa de nuevo entre bastidores, dejando la dirección en manos de Hidemaro Fujibayashi y la composición musical recayendo de nuevo en Koji Kondo junto a Hajime Wakai y siendo orquestada por Mahito Yokota. Atrás quedan los males sabores de boca (relativos) dejados por entregas a medio camino entre sistemas como Twilight Princess (2006) o trámites con los que enganchar a nuevos jugadores (las dos entregas de DS, correctas, pero intrascendentes, de 2007 y 2009 respectivamente).
The Legend of Zelda: Skyward Sword (2011) es el OOT para toda una nueva generación de fans de Nintendo, a los cuales se ha llegado gracias a Wii y DS, y un regalo para los veteranos, quienes llevan recorriendo el mágico mundo de Hyrule desde 1986, con cientos de referencias y guiños a cada minuto de juego, ofreciendo secciones memorables, melodías grandiosas y una historia que se postula como la más interesante desde la narrada en 1998: Link y Zelda, amigos desde la infancia, son separados por un oscuro suceso mágico que descubre a la heroína como la sacerdotisa elegida por la Diosa y al joven protagonista como al héroe marcado por el Destino. La ausencia de la Espada Maestra o de la Trifuerza, que no se muestra hasta bien avanzado el guión y de refilón, remarcan la idea de que este es el Zelda sobre el que se cimenta el resto de la serie y que dará respuesta a las preguntas que quedan por resolver dentro de su universo fantástico: la relación de los héroes y villanos con las Diosas de Hyrule y la comedia cósmica por la cual cada varios siglos las encarnaciones de los mismos deben hacer frente al eterno retorno del Maligno.