Recientemente publicábamos la crítica de Sonic Generations, y pese a la calificación rotundamente positiva, varios lectores protestaban con mensajes públicos y privados por las molestas comparaciones con Mario. Sin duda, que siga teniendo tan leales seguidores pese al estado de forma de Sonic y al distinto poder respecto al momento de su creación, es una buena noticia. Aunque a ellos tampoco les gustará esta crítica.
A estas alturas es conocido que el nuevo Mario Land para 3DS es un juego a la altura de Mario. El icono de Nintendo no falla en sus grandes ocasiones, ni en su saga principal ni en otra que no le va a la zaga como es Mario Kart (sigue la tortura pro-Sonic: en breve publicaremos también su reseña, también positiva). Que el que nos ocupa sea un título capaz de nuevo de sacar lo mejor de Mario, de beber de la evolución apasionante de Galaxy, que por si fuera poco saque partido a las 3D como ningún otro título lo había hecho antes (demostrando nuevamente que las plataformas todavía tienen cosas con que sorprendernos), hace de él un título indispensable salvo para los Mario-fóbicos.
Mario y sus juegos, desprenden unas buenas vibraciones únicas, que se convierten en el primer gancho para aliarse después con una jugabilidad que lleva en volandas al jugador hasta prácticamente el desenlace de cada uno de sus títulos. Hay una pseudo-obligación de acabar cada una de sus aventuras que se acentúa en las entregas portátiles, con unos niveles que se pasan en un suspiro y en que lo aparentemente efímero del juego se compensa con una de esas virtudes únicas que todos buscan pero sólo unos pocos elegidos logran: la rejugabilidad. Así, si apuntábamos que este es uno de esos juegos que hay que superar por obligación, si en poco tiempo y prácticamente del tirón podemos tener rescatada a la princesa una vez más, lo que hace que el juego no acabe acumulando polvo esperando otra ocasión es un par de cosas importantes: la primera lo mismo que nos ha permitido revivir al original Mario Bros, lo que hizo de Mario World una leyenda en Super Nintendo, y lo que todavía nos tiene enganchados a este Land 3DS: es fácil querer superar una y otra vez varias pantallas. La obligación de tener que hacerlo con algunas para recoger monedas que habíamos evitado en las primeras incursiones, se hace más liviana que nunca porque es un placer volver a pantallas que nos hacen disfrutar cuanto más las conocemos.
Pero además, atacando el que podría ser su principal defecto y que luego describiremos, cuando demos al juego por superado, veremos que aquí la cosa no acaba ahí: hay más por delante, y muy bueno. El desenlace es una visagra para nuevos niveles diseñados con igual pericia.