El juego... o parte de él
El cúmulo de opciones, de características técnicas y prestaciones, hacen de éste GT una compra a amortizar en meses. De ahí esa justificación por una vez del generalmente considerado abusivo precio y que permite al usuario tener una gran cantidad de tiempo para sacar partido a su larga duración, mientras va profundizando en todas sus opciones. Así, el verdadero problema se plantea para quien pretende hacer un análisis en un espacio de tiempo razonable, el que se encuentra con un universo de la conducción inserto en un compacto donde todo ha sido elaborado tanto como para exigir frases y más frases en cada uno de sus apartados.
Quizá por ello lo más razonable sería empezar por lo que son sus grandes deudas, y a partir de ahí tratar de apuntar qué puede impresionar más en ésta cuarta parte. Aunque ir a por los contras se acaba pronto, y se resume en la carencia de modo on-line (sólo vía lan) y la habitual inmunidad de la carrocería de los vehículos, inmutables ante cualesquiera colisiones del tipo que sean, y que con una lucha tan firme por dar realismo al juego, la maltrata por no mostrar cómo los coches deberían abollarse tras accidentarse.
Dicho esto, desde la introducción hasta la primera carrera de prueba, el seguidor más apasionado del videojuego o del automovilismo siente cosas especiales. Qué decir si ambas pasiones se comparten a un mismo nivel. Porque en lo primero GT4 ha conseguido, de la misma forma que su precursor inició la demostración de potencial de una PS2 que en su momento no terminaba de arrancar, el fin de una época resumible en el "hasta aquí hemos llegado": esta ha sido la verdadera realidad de Playstation, esto podía hacer. A pesar de que la conversión no viene con modo de 60 hz, esa cuestión no se destaca entre lo negativo porque la conversión a Pal ha sido tratada con cuidado para que la pérdida sea mínima. Y a lo largo de sus interminables y rematados 50 circuitos manejando a 700 vehículos uno puede llegar a sentirse un profesional del mundo del automovilismo explorando sus múltiples recovecos.