En Sony se las prometen felices porque 3DS ha remontado ventas, y creen que con eso les tocará algo. No deben estar inquietos por su última semana de ventas en el momento de redactar estas líneas (apenas 18 mil unidades han colocado), entendiendo ellos mismos que con el precio de su nueva criatura, lo normal es que sigan almacenando polvo un tiempo: los hardcore fans que las querían, ya las tienen, han pagado lo suyo y el efecto Uncharted se ha agotado. Ahora se trata de buscar a esos obsesivos de lo modernito en EEUU y Europa, los que pagarán un precio desmedido, antes de que toque el primer recorte de cuajo y vuelvan a animarse las ventas. La rutina es conocida, habrá un momento con precio a nivel aconsejable, con catálogo relativamente variado y amplio, y ahí es cuando se decidirá el futuro de la consola.
Entre tanto, en Nintendo seguirán a lo suyo: un Mario por aquí, un Zelda por allá. Tienen dos nuevos de la última franquicia en la agenda de 3DS, y con eso esperan resolver la papeleta. Sesudos analistas-economistas, I+D para lograr pantallas 3D sin gafas, departamentos de marketing buscando la mejor combinación de colores para la identidad corporativa, y un juego de hace casi 30 años es el que termina diciendo lo que vende y lo que no. Siempre fue así.
Y por una vez, servidor, se baja del carro. No hace falta otra consola, otro Mario, otro Zelda, un control extravagante más para jugar a Uncharted: si alguien pone un terminal móvil con la capacidad visual del iPhone pero con un controlador digno, a tomar viento las consolas. No crea emoción alguna desempaquetar otra DS y otra PSP. No tiene sentido acumular más polvo en cacharros de generaciones previas para jugar a lo mismo a una resolución diferente. Sí: ha llegado la hora de los terminales móviles, el problema es que ellos no lo saben.
Lo tienen bien fácil aquellos con un terminal móvil bien posicionado en el mercado. Reasignen su espacio, doten a alguno de sus botones (no se perderán, el más vendido –y copiado– sólo tiene un botón, él es el objetivo) de capacidad para ejercer de pad, pongan un par de gatillos y lo tendrán todo hecho. A Mario ya lo tenemos donde siempre, el lugar donde el videojuego puede evolucionar si filtran toda la basura innecesaria y las cosas se vuelven controlables, es en ese aparato que sí o sí llevamos todos en el bolsillo.
PD: Estas reflexiones fueron hechas tras descargar un pack de juegos retro y comprobar con tanta ilusión como frustración que lucían tan bien como incontrolables eran