La situación de Shigeru Miyamoto podría ser perfectamente representativa de la situación actual de la industria, numerosas veces descrita: continuaciones y más continuaciones de nombres de peso, apuestas enormes para redescubrir o rehacer una marca, antes que apostar por algo nuevo.
Pero también es cierto que si grandes nombres y superventas de Nintendo surgieron, es porque había gente como Miyamoto con esa ambición de hacer algo grande. Algo que el padre de Mario y Zelda tiene presente.
"La situación ideal es una en que no tenga que señalar yo la dirección, en que lo hagan mis subordinados", explica Shigeru, si bien para tranquilizar matiza con un "por supuesto, no dejaría nada sin supervisar, superviso lo necesario, pero así ahorro energías que puedo tener para emplear en mí mismo".
En cuanto a qué hacer con ese tiempo propio, algo claro: "tengo así más tiempo que antes para encontrar nuevas ideas para nuevos desarrollos y no estoy tan enfocado a hacer sólidos productos de franquicias anteriores". Y si bien nuevamente su cambio de función podría afectar a la elevada calidad de sus productos, él ve otra opción "actúo con la consciencia de que un título fuerte puede cambiar drásticamente el negocio del entretenimiento, encontrar ese gran título es mi trabajo principal". ¿Ha llegado la hora de algo grande? El tiempo lo dirá.