"Innovar o morir". Muchos se podrían poner sarcásticos si la frase la lanza con énfasis Hideo Kojima, creador de un símbolo sobre-explotado por Konami como es Metal Gear. No obstante, visto con perspectiva, y por mucho que a Hideo le hayan forzado a llevar la saga mucho más lejos de lo que parecía pretender en el pasado (cuando abogaba por abandonar y dedicarse otras cosas), lo cierto es que sus juegos han sabido defender unos mínimos muy elevados, motivo por el que la figura de Hideo ha salido globalmente reforzada.
"Como creador, quiero traicionar las expectativas de los usuarios de una forma positiva", explica Kojima en uno de los actos de celebración del 25 aniversario de Metal Gear. "Mucha gente entra ahora en el videojuego con una visión muy clara de lo que un videojuego debe ser, creen que deben crear algo en ese envase, con esas fronteras, y he de decir que es algo que me entristece".
Entre sus declaraciones, un golpe a los que defienden el papel artístico del videojuego, dado desde las constricciones a las que se somete al autor y que él ha padecido a pesar de su éxito: al no permitir que se filtre al 100% la voluntad del autor "los juegos no son verdaderamente arte en ese sentido".