El caso de un inesperado que se hace con toda la atención del mercado no es nuevo. El más representativo hasta la fecha, sin nada que ver con el estilo que nos ocupa sería el de Grand Theft Auto, que desde su tercera parte hizo funcionar la maquinaria del boca a boca por encima de cualquier otra técnica. Un mecanismo más adecuado que exhibir públicamente sus virtudes, que con facilidad lo convertían en carne de polémica. Pero con God Of War se nos ha brindado a algunos lo que creíamos que no era posible, un concepto de que juego de raíces clásicas y firmes que se va armando regio y apoteósico desde el primero de sus segundos, y que sigue creciendo a cada uno de sus pasos. Puede resultar atrevido, pero uno puede asomarse a su universo y entender que eso era lo que se imaginaba en los años 80 cuando se pensaba en el futuro del videojuego, o en el videojuego perfecto.
Las comparaciones que van a establecerse a lo largo de este análisis son de las que se pueden hacer con relativa facilidad, y todas se dirigien a los mejores aspectos de los títulos referidos, dejándolos a todos muy por debajo en una combinación injusta. Lo que tenemos delante sólo puede haberse logrado con un extremadamente lúcido ánimo de alcanzar una categoría diferente.
Y eso es así porque en él se evocan las mejores emociones de las mayores superproducciones del cine moderno y clásico al mismo tiempo, del primero por su despliegue técnico, del segundo por su solemnidad. Con una realización impecablemente forjada en el guión y que se lleva a cabo a golpe de espectáculo en su sentido más sublime y rematado.
Vayamos primero a por su historia, la que nos deja con una trama de mitología hecha para darle elaboración en su discurso e historia y seriedad en tono adulto (no en vano las escenas de violencia son continuas y salvajes, y de forma atípica aparecerán algunas féminas exhibiendo sus pectorales).
Todo empieza en el punto más trascendental de la vida de Kratos, nuestro protagonista se dispone a suicidarse en mitad de una ambientación sobrecogedora que va a ser una constante. Él es un antihéroe poderoso y mortal que goza de los favores de los dioses. En un trato con ellos, ha de cumplir con el destino que le han marcado a cambio de una sola cosa: que le permitan olvidar las pesadillas que le acosan por su oscuro pasado, el que se ha ganado con su carácter arrogante y sin escrúpulos, y del que tendremos muestras a lo largo de su avance. Con el objetivo de matar al dios Hades, tendrá que armarse progresivamente y descubrir la forma en que vencerle. Hacerlo no será sencillo. No hacerlo, más. Porque una vez se empieza, es difícil acabar.