Espectáculo desde 0
Vamos a por la primera referencia. La saga del señor de los Anillos, o el último título realizado por su grupo de programación Demon Stone, servirían para una comparación en cuanto a los derroches visuales de peso que se cuecen progresivamente. God of war les vence en cuanto a que su jugabilidad no se ve interrumpida repetidamente, y en cuanto a que a pesar de una linealidad y limitaciones a la hora de mover el escenario (afortunadamente la cámara acierta el 99% de los planos) se muestra mucho más abierto. Además, tanto sus enemigos y el estilo de combate hacen mucho más adictivo seguir adelante.
Hablando de combate: segunda referencia. Devil May Cry. Y que llore, porque las rápidas batallas con un armamento que no deja de crecer, con un manejo tan asequible y versátil que nos permite tan pronto mostrar una agilidad para escurrirnos de las batallas tumultuosas, como lanzarnos a la contundencia de nuestros poderes (la energía 'roja' va aumentando nuestra potencia de armamento y nuevas habilidades, pero además contamos con las que con el paso de las pantallas nos dan los dioses).
Pero es que además hay que volver al espectáculo. Porque es inevitable. Sobre todo al ver ese inicio bajo la lluvia, deambulando entre barcos que crugen, alzándonos por sus húmedos y agrietados mástiles en mitad de la tormenta y enfrentándonos con enemigos de ultratumba en un entorno de apoteosis mitológica que se aprecia a pesar de la oscuridad. Desde ahí surgen los primeros enemigos de tamaño grotesco, con un diseño de aplauso que nos hace golpear con la especial fuerza de estar metidos en el papel y creernos la situación porque está demasiado materializada para no ser cierta, con el único obstáculo de tener la boca abierta segregando más saliva de la necesaria.
Y desde ahí no hay pausa. El inicio demoledor es el resultado global. No hay momento alguno en que podamos dejar el mando sin querer saber más y más. Avanzar unos escasos metros para recorrer sus grutas, subir sus escaleras imposibles, dar unos saltos que con más movilidad serían propios de Prince Of Persia y que van haciendo de Kratos el héroe (vale, "anti") definitivo es impagable. Este es un personaje con rasgos tan odiosos como admirables, vencido por su propia soberbia y que lucha sin cuartel movido sólo por su furia y nuestro incesable aliento.