Por otra parte, la duración del disco parece interminable: además de contar con un modo historia (para cada uno de los 45 personajes, recordemos, a una media de cinco misiones por personaje), existen otras opciones como el Challenge Mode, con desafíos como Time Attack, en el que debemos eliminar al mayor número posible de enemigos en un tiempo determinado, o el Bridge Melee, nueva aportación de este quinto título, en el que deberemos hacer lo mismo -al fin y al cabo, de esto trata todo el juego: eliminar enemigos a golpe de espada- pero situados sobre un puente del que no debemos caer. Incluye también un modo libre, para combatir en la batalla que deseemos, y los típicos Campamento (para consultar los datos de la partida) y Enciclopedia (con transcripciones de ‘El Romance de los Tres Reinos’, la historía de los imperios y las descripciones de los personajes).
Fluidez a cambio de inactividad
Si podemos destacar algo de los gráficos es la FLUIDEZ. A pesar de contar con enormes aglomeraciones de combatientes en escenarios muy amplios, Koei ha logrado reducir todavía más la existencia de niebla en esta edición de la saga. Y la interactividad con el escenario ha aumentado: además de poder romper cajas y otros elementos en busca de diferentes items, podemos derribar torres enteras, que provocaran daños en las unidades sobre las que se desplomen... habitualmente sobre nuestro propio personaje. El único defecto que entorpece el ambiente vertiginoso que debería envolver la batalla es la escasa IA de las tropas (de hecho, la fluidez debe venir de este punto): no es raro contemplar a grupos enteros de soldados que se dejan aniquilar sin siquiera desenvainar, o frentes de batalla con personajes de diferentes ejércitos que parecen contemplarse unos a otros sin reaccionar.
Las escasas veces que recibiremos un ataque será cuando la cámara no nos permita ver a los enemigos que nos rodean por la espalda en el momento en que detengamos al personaje (aunque para evitar esto contamos con un radar en pantalla), o cuando nos perdamos de vista entre la multitud.
En realidad, los únicos personajes con una IA endiablada son los generales enemigos: algunos de ellos siempre en guardia, capaces de reaccionar antes cualquier golpe, por lo que al final el enfrentamiento contra muchos de ellos acaba convirtiéndose en un esquema ‘ataque Musou-huída, ataque Musou-huída’, que no solo deshonra a nuestro héroe, sino que pueda resultar monótono.