Doom. Grande entre los grandes, la primera gran muestra de lo que se podía hacer dentro de los 'shooters' cuando aún no existía el género como tal. Ahora prueba suerte en GBA... ¿logra mantener la dignidad en este complejo reto?
El género que más ha hecho por los videojuegos PC, ha tenido siempre un origen claro. Por más que había algún intento anterior (Wolfenstein 3D el más conocido, pero la propia id venía experimentando tiempo atrás) nada tuvo ni de lejos la entidad de este arrollador arcade que nos sumergía en una enloquecida aventura: a través de numerosos pasillos y pasadizos, luchando por abrirnos paso entre la oscuridad, nos enfrentábamos a miles de criaturas desagradables que se guarecían a la espera de atacarnos. Y entre la intriga de qué nos aguardaría al cruzar la esquina, la esquizofrenia de lanzarnos contra una masa de enloquecidos monigotes que podrían perecer contra un sólo hombre -valeroso como pocos-, si teníamos la suficiente habilidad y experiencia para hacerles morder el polvo.
Pero el tiempo fue pasando sobre este nombre insigne, y tras secuelas que nos sumergían en nuevas, inquietantes e imaginativas grutas por las que buscar una salida, llegó Quake para tomar su relevo, y este introdujo variaciones suficientes para arrinconar a Doom en el pasado... ¿o no del todo?
La respuesta debe ser un "más bien no", y es que cuando se sigue esperando con expectación absoluta su regreso al universo compatible que le vió nacer, su lanzamiento en GBA ha creado el lógico interés de todos los que lo conocieron y dudan si es posible captar su esencia en un espacio tan reducido.
Previos intentos en SNES demostraron que el potencial estaba excesivamente limitado para tentativas de esta enjundia, y con tanta semejanza de la 16 bits con la nueva portatil, ya es fácil deducir que "perfecto, perfecto" esto no va a ser. Pero es que la misma PSX no pudo disfrutar nunca de un DOOM con ese aspecto gráfico de la versión PC, y aun así cuando se lanzaron los DOOM 1 y 2 -al poco tiempo de salir la consola- y Final DOOM -todavía con peor calidad gráfica pero aún más divertido- se consiguieron los que probablemente hayan sido mejores shooters de una máquina donde fueron muchos los intentos, y mucha la niebla u oscuridad para ocultar carencias.
Y ahora la GBA se encuentra con un juego que, efectivamente, no puede mover con la soltura deseable. La solución pasa por una pixelación inevitable, apreciable a todas las distancias y que provoca ligeras confusiones con el entorno en más de una ocasión. La pantalla de por sí ya es bastante pequeña -y no olvidemos que sin la luz externa suficiente, oscura- para estas pixelaciones, pero aún con todo ello, la diversión sigue presente, sigue llamándonos a introducirnos en un juego con ligeros cambios respecto a la primera edición de PC (de hecho el modelo es el de la extinta consola Atari Jaguar) pero con una intacta vocación de infarto, de soltar adrenalina a cada movimiento, y desangrar (lamentablemente con sangre verde, pues esta consola parece para niños) a cada uno de los desagradables entes que pueblan este oscuro mundo de auténtica locura.