La justificación para una salida con tanto retraso sería difícil de explicar, si no se le hubiera añadido una aportación tan importante como un añadido multijugador a modo de récord: acción hasta para 32 jugadores simultáneamente. Así palía en parte el que va a ser su problema principal, que por mucho logro que se haga en esta conversión, se va a enfrentar a su original y en esa comparación se encontrará con algo decepcionante. Por cosas tan evidentes como que han pasado dos años, que su propuesta casaba mejor con la versión PC, y que aquí se va a dar un salto cualitativo a peor.
Por comparar con un caso también llamativo de conversiones que taparon las cualidades de buenos juegos, el ejemplo que para muchos resultará irritante de Max Payne. Si aquel en su versión PS2 no se hubiera comparado con PC, le habría dado una repercusión notable y convertido en un juego con algunos defectos reseñables pero con una gran ambientación y concepto. Pero claro, comparado con la versión de soporte PC, cualquier pantallazo le daba un resultado bochornoso, su estética de cómic quedaba menospreciada.
BHD tiene pese a ello varias virtudes claras. Su facilidad de control hace que desde la primera toma de contacto dé la sensación de que va a tener muchas posibilidades dando margen al jugador. Además convence del combate, nos lleva directamente a Somalia, en el 93, y a un verdadero conflicto bélico.
Ataque en comando
Con un cierto parecido con la saga de Conflict, la actuación por comando en que se desarrolla la acción de BHD le otorga mucha emoción a las partidas que crece exponencialmente en partida multijugador. Sin ella, los compañeros son auténticos aliados a la hora de abatir los enemigos que surgen de cualquier rincón del escenario, y su participación dista mucho de ser pasiva. Es incluso posible que mientras nos estemos situando sean ellos los que hagan mucho por la misión, sin embargo una reiterada negligencia por nuestra parte dará lugar a que eso les acabe costando el pellejo, momento en que el objetivo se dará por fracasado.
Esto porque tan importante es salvar nuestra vida como la suya, y acertar a quien abatir, como a quien no abatir. Parte de la dificultad se encuentra en distinguir a quién podemos o no disparar, y si bien el punto de mira se torna azul cuando no estamos haciéndolo con quién debemos (uno de los nuestros, un civil inocente), en el fragor de la batalla y metidos en tiroteos, no será en absoluto extraño acabar errando el disparo. Y vuelta a empezar.
Respecto a esto último, nos encontramos con uno de esos juegos de superación por paciencia, es decir, que cada vez que fracasemos en un tramo concreto, volveremos al reciente punto guardado para intentarlo y superarlo, por lo que a poco que uno le ponga algo de voluntad y se concentre mínimamente en lo que le acaba de costar la vida, podrá seguir adelante en los diversos objetivos de cada fase con la experiencia para eludir una nueva muerte.