Representativo dentro del beat'em up bidimensional de principios de los noventa, Final Fight vuelve a Game Boy Advance para placer de nostálgicos saciando los sueños de curtidos jugadores.
Dicen algunos, no sin algo de verdad, que la Game Boy Advance corre el riesgo de ser utilizada para vender productos ya vendidos de una época ya superada. Los nostálgicos defienden (defendemos) la supremacía clásica de la diversión sobre la apariencia, sacando argumentos de estos legendarios clásicos que poblaron soportes caducos por el progreso. Pues bien, sea como fuere aquí tenemos otro ejemplo de trasvase directo de un juego del pasado a un soporte presente, y no puede más que admitirse la idoneidad de relanzar un producto que a)por un lado gustará a los nuevos aficionados que no pudieron disfrutarlo; y b)sacará diversión aún por la vía de la nostalgia a quienes hace ya años disfrutaron con el.
Podría cuestionarse la conveniencia de hacer conversiones tan directas, que desprenden un cierto tufillo a cómoda ansia de rentabilizar viejas glorias y reprochar a quienes se lucran con el relanzamiento, no añadir los alicientes necesarios para que se pueda hablar de un producto veradaderamente nuevo. Pero en todo caso, aquí estamos de nuevo, dando guerra en las calles, manejando a uno (o dos con amigo, gameboy y juego adicionales) de nuestros viejos protagonistas (a diferencia de la versión SNES, que por falta de memoria en el cartucho prescindió de Guy en favor de Cody y el fornido Haggar).
Lo más ilustrativo en este punto para saber de un exhaustivo análisis del beat'em up es visitar el análisis del clásico DOUBLE DRAGON, antecesor del que nos ocupa y en el que se mencionaba a éste último de manera destacada. Ya de manera más concreta, y centrándonos en el cartucho en sí, la fidelidad del traslado es tan cercana (cambiando el color de los pantalones de Cody a un cuestionable tono caqui, o algunos items de reducida relevancia) que todo lo que se sintió en su momento, se recrea ahora a la perfección. La rapidez a la hora de repartir golpes, los escasos -pero suficientes- movimientos con que desenvolvernos, y la ayuda de los cuchillos, palos, etc de la versión original, hacen de esta larguísima pelea suburbial, una aventura divertida donde la acción no decae en ningún momento. A ello contribuyen el intercalado de escenas originales (destrozar el coche de uno de nuestros enemigos para conseguir un bonus) que permiten que el ritmo del juego esté lo suficientemente equilibrado como para mantenernos en vilo de principio a fin. Además, como aliciente para que los experimentados luchadores de los 90 no lo tengan demasiado fácil, se han alterado los comportamientos de los enemigos (por otro lado y en honor a la realidad, algo mejorados gráficamente) para evitar que jugar de memoria haga del juego una experiencia demasiado ligera.
En fin, poco más se puede decir, si acaso una redundancia: era un gran juego, es un gran juego.