Nombres, nombres, nombres
Superman... o algo así
En la historia de estos saltos de soporte, hay algunos nombres que merecen ser recordados. Caso especialmente significativo lo merece toda la franquicia de Superman, una de las figuras más vejada y cuya humillación se ha prolongado durante años de forma irremisible. Desde las versiones sonrojantes para 8 bits hasta uno de los peores productos de Nintendo 64, el hombre de acero devino de mantequilla en demasiadas ocasiones para constante decepción de consumidores poco informados. Todavía hay algún intento pendiente de retomar algo de su dignidad –y seguro que se intentará aprovechar el filón de su nueva película–, pero el pasado del personaje no da para grandes augurios.
Muy diferente habría sido la cosa, si se hubieran hecho con esa misma licencia -u otra próxima, con todo el respeto a Mr Kent por a la forzada comparación- los responsables de Bomb Jack.
Calificable como uno de los arcades más divertidos de los 80, de él se dijo que era una evolución del come-cocos en cruce con plataformas, conocido durante una época como la licencia oficiosa (que no oficial) de Super-ratón. Tras varias secuelas que nunca estuvieron a la altura, Mighty Bomb jack de commodore amiga hacía intuir que la inspiración era algo más que casual (por el nombre del roedor en versión original, Mighty Mouse).
El de Indiana Jones también sería un caso significativo para esta corriente a la que podríamos llamar “de la licencia frustrada”. Entre sus variadas versiones no había un solo juego de acción (subrayamos ‘de acción’) que resultara tan divertido y acertado como el que protagonizaría un personaje paródico en su nombre: Rick Dangerous. Una nueva muestra de que sin destinar el presupuesto a buscar un nombre y empleándolo en el equipo de programación, el resultado puede ser mucho más satisfactorio.
Rick Dangerous fue una nueva muestra de que sin destinar el presupuesto a buscar un nombre y empleándolo en el equipo de programación, el resultado puede ser mucho más satisfactorio
Pero si hay que citar a Indiana Jones no puede hacerse sin añadir a esta perspectiva una mayor, la que se le da cuando hay un genio de por medio. Cómo Ron Gilbert aceptó poner su delirante e irrefrenable imaginación al servicio de una película podrá ser considerado un misterio inescrutable, pero el creador de Monkey Island enganchó a propios y extraños a la aventura gráfica con Indiana Jones y La última Cruzada. ¿Ayudó a que luego tuviera más repercusión con su viaje a la isla de los monos? Probablemente. Muchos reacios al género habían caído en sus garras y el Monkey se presentó como la mejor forma de seguir esa dirección. En todo caso, ahí hay una adaptación de aplauso, probablemente la mejor hecha nunca desde una película.
Citando a otros representantes de licencia frustrada (o de la inspiración camuflada) por ahí estuvieron Barbarian, con evidentes semejanzas a la Conan de Schwarzenegger, o La Abadía del Crimen, citado de forma unánime por quienes llegaron a conocerle (básicamente los aficionados de este país pues no cruzó las fronteras) como punto culmen de la perspectiva filmation y uno de los mejores juegos de la década, y que no logró a hacerse con el permiso para exhibir el título de El nombre de la rosa. ¿Y qué decir de otros como Rolling Thunder o Sly Spy? ¿no habrían subido varios puntos la dignidad de las conversiones de las aventuras de James Bond? Al menos recientemente desde Golden Eye ha dado para algún FPS de bastante repercusión, pero en su momento sí habría sido de gran ayuda.
Volviendo al camino de nombres de cómic que pasaron por el cine para llegar al videojuego, Batman, con la película oficial de Burton dio una buena muestra de una de las formas de abordar una adaptación. Fue publicado por Ocean, la misma compañía ya había llevado a las tiendas años antes una de las más grandes muestras del talento de Jon Ritman en 8 bits con el mismo personaje. Ritman había hecho uso de la técnica filmation desarrollada por Ultimate (actualmente Rare) a base de 150 habitaciones isométricas, pero si nos referimos a Batman The Movie es porque era uno de esos juegos que contra la definición de un estilo, se atrevía a dar a lo largo de sus 5 fases planteamientos diferentes para emular momentos representativos de la película. Si inicialmente manejábamos al hombre murciélago, después lo hacíamos a su batmóvil para pasar a un puzzle rápido antes de manejar su avión.
Habitualmente, los juegos que por esta vía buscaban variedad solían decepcionar en varios frentes. Globalmente, aquel juego dio un resultado bastante gratificante en alguna de sus conversiones.
Por esa misma vía y como ejemplo decepcionante, años después estaría Terminator 2, fácilmente encuadrable en los nombres que pasaron sin pena ni gloria a ocupar espacio en las estanterías.
Por concluir esta retahíla citando a alguna de las no tan conocidas, Navy Seals, la película bélica comandada por Charlie Sheen, tuvo un juego que aún con su facilidad y sencillez dio un buen resultado cumpliendo de forma solvente con la idea de seguir la ambientación marcada en el cine y dando sus mismas cotas de entretenimiento efímero, sin pretensiones pero sumamente efectivo.