Con este repertorio de características, cabe intuir cual va a ser también uno de sus posibles defectos: la linealidad. Si parte de su mérito reside en saber combinar las escenas de video para situarnos, necesariamente el guión ha de caminar por los derroteros impuestos. No obstante, se ha logrado abrir la aventura permitiéndonos el desarrollo de misiones secundarias que durante un momento nos evocan al todopoderoso GTA. Ir de caza de forajidos en búsqueda de recompensa es sólo una parte de los objetivos secundarios que aparecen en cada fase para permitirnos una mayor profunidad y explotación del juego (algo recurrentes, pero ahí están). El usuario más directo se desentenderá de ellas para el objetivo final –caso en que esto, evidentemente, se le hará corto-, el más detallista y el que quiera disfrutar del todo la experiencia tendrá la opción de recrearse en su consecución.
Y la técnica
Si la absorción de GUN es tan auténtica, es por una plena comunión entre un apartado gráfico brillante y una banda sonora que nos lleva a la perfección a nuestros recuerdos en el western, a la vez que se sabe acoplar a las diferentes situaciones alternando tonadillas según la intensidad de la escena. En los tramos sosegados gráficos y sonido nos atrapan de tal forma que es posible hacer algo tan curioso como disfrutar con la tranquilidad del momento.
Luego, la amplitud que llega a manejarse en el apartado gráfico se mueve con una agilidad sorprendente fuera de todo pronóstico, permitiendo una gran profunidad en los planos a la hora de batir a nuestros rivales más alejados en tanto que se hace creíble nuestro paso por grandes escenarios del desierto entre acantilados. Y algo reseñable: sin tardar en los tiempos de carga. Todo hace que esta versión de Ps2 sea digna de alabanza aún cuando sus rivales muestren mayores resoluciones.
En cuanto al manejo, del amplio catálogo de movimientos, manejo de armas, uso de caballos etc. lo mejor que puede decirse va en sintonía con lo apuntado inicialmente: se nos sabe introducir con tanto acierto que aprender su manejo es por una vez algo agradable, libre de prisas y sin aburrirnos con reincidencias.
Algunos quizá podrán echar de menos un doblaje al castellano en sustitución de los subtítulos, pero los defensores del cine en versión original entenderán que así se conserva también los acentos de los personajes más apropiados para su entorno, y que con esta temática le dan un aire más puro. Por lo demás, y puesto que de sus cuatro niveles de dificultad sólo el último resulta desquiciante, llamará a todos aquellos que acepten entregarse a una historia del viejo oeste que se convierte en uno de las mejores formas de despedir el año.