Cuando con motivo del lanzamiento de "Maximo" publicamos el análisis del clásico que es "Ghosts and Goblins", mencionábamos el interés que crearía una nueva edición o remake para la Game Boy Advance.
Poco tiempo después, se confirmó la noticia, y pese a que cabría deducir una lógica satisfacción, la política de adaptación "pixel perfect" nos ha dejado un poco fríos.
Imagínese entrando con júbilo por la puerta de un concesionario. Va usted ilusionado, con ánimo de comprar el primer coche de su vida, y dispuesto a gozar de las ventajas de la locomoción.
Siga imaginando. Pasan diez años, con una alegría similar pero algo erosionada por el tiempo que puede con todo, otro día especial le lleva a otra adquisición de vehículo. Está de nuevo en el mismo concesionario (la primera vez le trataron bien, y el resultado fue bueno), tras cruzar el umbral de la puerta y apreciar los cambios, recuerda con morriña aquélla otra vez que, sin cana alguna en el cabello, había entrado cargado de ilusiones por aquel añorado cuatro ruedas...
-¿En qué vehículo está usted interesado?-le inquiere el dependiente con falsa elegancia. Sigue pugnando por el puesto de "vendedor del mes" y tras mirarle ha creído ver presa fácil.
-Pues vera, hace diez años compré un vehículo. Viví con el grandes momentos, es ahora viejo, un modelo anticuado con escasas prestaciones, y de hecho todavía lo tengo en el garaje. Pero el caso es que quiero ese mismo modelo. Ya sabe, es un clásico.
Bien, ahora sólo queda por imaginar una cosa: la cara del vendedor.
Remake, refrito, reventa
Suena paradójico que tanto culto al clásico por parte de un servidor, tanto desear regreso de viejas glorias, y tanto alabar a muchas de ellas, de vez en cuando (como en el caso del Super Mario World, y el que nos ocupa) acabe tan desilusionado por un regreso tan directo. Una cosa es exprimir un nombre que vale mucho, otra muy distinta venderte la moto... que ya tienes. Y es que en casos como este, con una conversión de las que se llaman "pixel perfect" por el hecho de que ni un pixel se escapa de la fidelidad de la adaptación (aunque en teoría hay diferencias que se van poniendo de manifiesto cuanto más juegas) el acto de piratería a la propiedad intelectual, parece que se hace del otro lado: ¿por qué un juego cuyo mayor atractivo lo deben encontrar quienes conocen su nombre, vuelve a ser vendido impúdicamente con una sola letra de diferencia? Porque desde luego, es divertido, lo era y siendo clásico esa cualidad supera la prueba del tiempo, pero ni ciertos aspectos técnicos como las animaciones están a la altura de estos tiempos, ni parece de recibo que alguien desenpolve un mito del videojuego, y juegue con su nombre sólo para redondear ingresos. Hasta los re-estrenos de cine vienen acompañados por alguna tontería más: que si el trocito irrelevante que al director no le dejaron poner en la producción, que si un retoque digital que permite realzar los colores...
Aquí no, tenemos el que probablemente sea mejor "Ghosts and goblins" de la saga, pero con tantas semejanzas que todo el tiempo que pasamos exprimiéndolo otrora, hace que ahora nos cree hastío tener que volver a intentarlo cuando nuestro guerrero héroe perece -en gallumbos- ante un enemigo conocido al que probablemente ya matamos. Y no vale que sea un zombi.
En fin, para nostálgicos desprendidos que no tengan la necesidad de afinar demasiado a la hora de comprar -y que no conozcan grandes alternativas-, es desde luego una opción. Por lo demás, esperemos -cruzando los dedos, todos los que tenemos- que el regreso de Super Contra (Probotector) ofrezca más alicientes. De momento, las noticias indican que será así.