Con un lanzamiento muy próximo al del que fue llamado “GTA de Konami” y calificado como una de las promesas desde el pasado E3 de Los Angeles -siempre de cara a intentar arrebatarle el trono al intratable de Rockstar- es precisamente esa ciudad la que servía de base para uno de los mejores candidatos a la hora de intentarlo, el primer True Crime. Lo hacía convirtiéndola en un protagonista claro al exprimir todo el talento de los programadores y las posibilidades de la consola para que tuviéramos la sensación de estar allí.
En la segunda parte que nos ocupa, el reto ha sido todavía mayor, llevar a la gran manzana y ciudad más emblemática de EEUU un argumento de aplauso, y desafiar de nuevo las prestaciones de una generación de consolas que viven sus últimos años.
Esto, especialmente en el caso de Ps2, que nos hace contemplar con sorpresa como un microcosmos de luces y rascacielos interminables resplandecen ante nuestros ojos con más brillo incluso del que fueron capaces de sacar los privilegiados de Rockstar. No obstante, y aun con todo lo conseguido, lamentablemente no es totalmente perfecto.
El juego
Si hubiera que juzgar a TC por lo que nos ofrece la primera toma de contacto, este se encontraría entre los 5 mejores juegos del año compitiendo a lo grande por subir muy arriba. El inicio es argumentalmente apabullante, situándonos en el curso de una venganza que nos pilla desprevenidos haciéndonos todavía a la atmósfera de la ciudad. Huérfanos de un tutorial que no llega hasta nuestro posterior paso por comisaría, somos testigos de los mejores momentos que nos puede brindar todavía sin habernos asomado a lo que tenemos fuera. Es decir, todavía no hemos contemplado cómo esta ciudad ha sido reconstruida en el barrio de Manhattan con una fidelidad pasmosa y casi de mal gusto. Antes tendremos que acabar con el turbio asunto que tenemos entre manos y que nos colocará en una refriega de balas de la que será fácil salir bien librados, y que nos deja un gran sabor de boca. Además, es la apertura de la trama para un factor que ni GTA ni Gang Wars aportan: la posibilidad de optar entre ser buenos policías, o fieles seguidores de nuestras raíces, entregados al trapicheo desaprovechando la oportunidad inicial que se nos da tras ese inicio para seguir por el buen camino.
Una vez llegados a comisaría, un rápido tutorial nos inunda de información sobre golpes, disparos y manejo de vehículos, una condensación que va a ir creciendo a lo largo del juego y de la que seremos víctima cuando tratemos de realizar alguno de los golpes supuestamente aprendidos, en la situación más delicada. Tras ello, llega la hora de salir a la calle, y ahí empieza algo tan asombroso como posteriormente desalentador. True Crime es un producto adelantado a su tiempo, pagando por sus prisas con un golpe a la pantalla cuando intenta moverse en espacios abiertos en persecuciones frenéticas y que nos hace lamentar lo que en el aspecto técnico podría haber sido su mejor baza. El conjunto de iluminaciones, sus reflejos sobre el suelo húmedo, los pequeños detalles como los desperdicios urbanos en movimiento por el viento y la vida que fluye por cada rincón de cada calle, empezaban a hacernos pensar que estábamos ante algo demasiado grande, para luego confirmarnos que efectivamente, así era. No se trata de que sea injugable ni mucho menos, si no de que su realización técnica prometía tanta brillantez y pulido (y jugabilidad), que desalienta cuando nos encontramos con algunos molestos tirones.