Mención especial para cuando el verdadero aficionado se explayaba en los recreativos, lugar en que el videojuego cobraba una dimensión mayor por la acumulación de títulos y por lo lejanos que se mostraban a las versiones domésticas.
El aciago día en que las olvidadas monedas de 25 fueron sustituidas por un precio mayor, en que conceptos de juego más modernos acortaban al máximo la longitud de las partidas ante un usuario que apenas tenía tiempo para siquiera situarse, aquellas salas quedaron condenadas a la espera del golpe de gracia que supuso contemplar cómo el espectáculo crecía en consolas y ordenadores PC, haciendo la distancia cada vez más corta.
Pues bien, cada vez que nos llega una nueva ocasión para asomarnos a contemplar ese reflejo de lo que una vez fue el videojuego y nuestras vidas, devolviéndonos al momento y casi al entorno en que disfrutábamos de ellos, los que presenciamos toda esa evolución no podemos si no acudir por obligación a observar el pasado. Allí suele haber una mezcla de fascinación, ilusión y morriña, que suele dar para escasos minutos de tanteo antes de devolvernos al lugar en que los nuevos nombres han llegado a ser lo que entonces ni se imaginaba.
El caso de Taito Legends es especialmente importante porque de cara a hacer recopilaciones, esta es una de las más memorables que recordamos en muchos años: por cantidad, por calidad, por repre-sentatividad, por las formas de hacerlo y porque entre los recogidos no sólo hay nombres históricos, si no que dentro de ese grupo, están algunos de los más destacados.
Taito, vodka con cacahuetes
Tuvimos ocasión hace apenas dos años de hablar de lo que significó para su industria la aparición del Space Invaders, de la misma compañía que aquí vuelve a recopilar sin olvidar reincluirlo de forma algo redundante pero coherente con el espíritu de la selección. Ahora, junto a un conglomerado de lo más variado que da idea de la importancia de la compañía en el sector, se dan un conjunto de extras que incluye su propia historia (y su inicio produciendo máquinas expendedoras de vodka o cacahuetes, o las primeras máquinas de premio usando el ‘gancho’), material gráfico del catálogo incluidos, amén de algunos trucos bastante útiles, entrevista con el diseñador de dos de sus grandes joyas y opciones gráficas para adaptar las versiones recreativas a nuestra pantalla. Esto último porque lo que aquí nos “cuelan”, es la máquina en sí misma, adaptación 0%, así que a meter “moneda” y a elegir uno o dos jugadores como si estuviéramos frente a la original. Y con una adaptación tan purista, el salto al pasado es especialmente sencillo, nada que ver con la recopilación de Sega (Sega Classics a la venta estos días) que en su modernización tiene a parte importante de su público potencial tirándose de los pelos de indignación. Al parecer, a los recopiladores de Sega no se les ha ocurrido otra sacrílega idea que remodelar sprites del Out Run. Sin comentarios.
Volviendo a las leyendas de Taito, por si alguna nos pilla despistados, bien porque la máquina en cuestión se nos escapó mientras estabamos obsesionados con otra, o sencillamente nunca habíamos oído hablar de tal reliquia, se incluyen unas mini-instrucciones y una entrañable captura del material promocional de la época a modo de curiosidad histórica. Cuidados y añadidos que deberían estar presentes en cualquier recopilación de este estilo y que por ello tendría que constituir un ejemplo.