La amplitud del mundo invita a recorrerlo en silencio, anhelando el momento de comenzar a combatir: los viajes no se hacen pesados, son el preludio de calma a la excitación de la batalla.
Sudaremos para lograrlo, pero finalmente podremos asirnos a alguna rendija o trepar por sus miembros. La música resuena entonces grandiosa, épica, y hace recobrar las fuerzas al esforzado jugador. La cámara se acerca a las criaturas que se remueven tratando de hacernos caer. La mayor parte del tiempo nos aferraremos a sus pelajes, evitando que nuestro nivel de agarre descienda demasiado y perdamos el equilibrio, ascendiendo poco a poco hasta el punto débil definitivo del coloso, que no siempre resulta fácil de encontrar. Y una vez alcanzado, aun con la bestia tratando de evitar su fin, agitándose e incluso desesperándose (las animaciones son fascinantes y mantienen en vilo a cualquiera, como la del coloso que se retuerce y echa su cabeza hacia atrás, bramando hacia el cielo en primer plano, mientras nos asimos a su frente hasta encontrar el momento de matarlo), levantaremos nuestra espada para asestar los golpes finales. La mecánica es más sencilla de explicar que de aplicar, y no siempre podremos recurrir a las mismas técnicas, sino que dependerán de la agresividad del coloso, de su condición y de la necesidad imperiosa de hincar nuestra arma en las zonas iluminadas (que representan los puntos débiles) de las monstruosidad que debamos derribar, si bien no habrá que preocuparse por la vida: los daños que recibamos nunca serán letales.
Gráficos de película
No podemos dejar de mencionar la calidad de los gráficos. Si Ico era un título intimista, con sus salas cerradas que mantenían aprisionados a los protagonistas, y al mismo tiempo nos sorprendía con planos abiertos de los exteriores del castillo, Shadow of the Colossus produce justo la sensación contraria. La amplitud del mundo invita a recorrerlo en silencio, anhelando el momento de comenzar a combatir: los viajes no se hacen pesados, son el preludio de calma a la excitación de la batalla. Pero en el momento de luchar, los planos se cierran sobre nuestro personaje, la cámara le persigue insistentemente. El movimiento siempre es suave, fluido, y responde a nuestras acciones, mientras pensamos en un nuevo plan, nos recrearemos con el movimiento realista de las moles que nos acechan y atacan con mazas y cuernos. O con la banda sonora de Kow Otani (compositor de los temas de la saga de animación Gundam, entre otros), que tan solo oiremos durante los combates y que despierta toda la emoción al tratar de ejecutar ese salto imposible o la estocada final.