Su antecesor fue uno de los mejores títulos de la Super Nintendo, un juego cargado de incomparable sabor que se convirtió en un mito realzando el nombre de su franquicia. Ahora, demasiado tiempo después -especialmente para quienes superaron aquella aventura- nos llega la continuación con una increíble fidelidad.
Mientras el regreso a lo grande va a tener lugar en los primeros meses del próximo año bajo la forma de un Metroid Prime que combinará aventura con shooter, la privilegiada portatil ofrece anticipadamente, un auténtico seguimiento a los rasgos que le hicieron famoso. Algunos pueden desconocerlo por el largo tiempo de especulación sin resultados, pero GBA ofrece el que podría convertirse en mejor juego del momento para el soporte, y en una imperfeccionable forma de equilibrar el culto al clásico, sin caer en la caída simplista al remake.
Lejos de ello, Nintendo ha dado una continuación extremadamente fiel, con una paleta de colores que invoca tonos retro y que fácilmente nos ubicará en el mundo Metroid. Pronto observaremos el desarrollo gráfico que una primera toma de contacto hace intuir simple -como todos sus aspectos, se va descubriendo a medida que se avanza- y como todo aquello que consiguió hacer sentir en los 16 bits, puede volver a hacerlo en la Advance.
El juego
De nuevo Samus Aran se ve obligada a visitar el planeta SR388. Allí, después de los metroides, un parásito denominado "X" se ha ido extendiendo de forma incontrolable. Nuestra protagonista, ajena a su existencia acaba siendo infectada, y tras una larga enfermedad que casi acaba con ella -y tras ser salvada de nuevo por un Metroid- su recuperación la deja, prácticamente desarmada, obligada a luchar contra los elementos para el control de la situación.
Una vez más, un ordenador nos guiará desde las Salas de Navegación, dándonos cuenta de los puntos en que se desarrollarán nuestras misiones, y advirtiéndonos de los riesgos y forma de recuperar nuestro arsenal. A medida que lo vayamos haciendo, nos encontraremos con el armamento del que gozamos en la primera aventura, que configura una de las razones del éxito de Metroid, y que permite un control versátil desde el que luchar por poner las cosas en su sitio.
Este puede ser uno de los principales argumentos en su favor. La agilidad, la capacidad para ir avanzando, acostumbrándonos a nuestras facultades, y utilizarlas de forma intuitiva, hacen mucho para meternos en un escenario de trazos 'alien', en donde pronto nos sentiremos como en casa, a pesar de su lúgubre y fría ambientación. La suave tristeza que nos acompaña, sigue siendo fiel reflejo de un espíritu de juego que combinando elementos del todo clásicos -desde rasgos de juego tipo Castlevania, hasta el frenético uso del disparo de Contra-, nos introducirá totalmente en un mundo del que no es fácil salir.
La ajustada curva de dificultad, a pesar de algunos momentos de desorientación en que simplemente no encontramos hueco por el que colarnos -a veces ocultos con verdadera mala fe- nos hará deslizarnos fácilmente en un avance en que el guión, lejos de diálogos cargantes, nos hará estar alerta al curso de los acontecimientos.
Es todavía pronto para enjuiciar la filosofía del nuevo aspecto del Metroid en la "hermana mayor", lo que sí es evidente es que el aspecto tradicional sigue siendo valioso para un juego que por motivos varios, ha estado ausente demasiado tiempo, y que Nintendo ha acertado de pleno con su lanzamiento.
Y lo ha hecho sin necesidad de vendernos otra vez la entrega de SNES.