¿Cómo se traduce eso? Pues en el modo básico, en que volvemos a jugar al tetris, sí, al de siempre y en la pantalla de arriba pasan cosas relacionadas con videojuegos emblemáticos. Al usuario normal, esto le supondrá un esfuerzo añadido ¿para qué mirar arriba si las piezas caen bajo? Más cuando lo de arriba no lo controlamos… Pues la cosa es que mientras lo hagamos bien abajo, lo de arriba irá igualmente bien. Es decir, que aniquilemos líneas supondrá que las aventuras del personaje de turno sigan avanzando. Una nueva y curiosa forma de rejugar a clásicos como si el Tetris fuera un nuevo interfaz, aunque en la práctica supone una curiosidad de la que podemos despreocuparnos. Pero es llamativo ver cómo la rapidez con que caen piezas se relaciona con el trance amargo que se vive arriba.
La idea puede parecer más o menos original, pero ahí tampoco daría para grandes aspavientos de asombro. Es cierto que la mecánica base, con la excusa del reencuentro, nos engancha de nuevo, más con sus nuevos sutiles retoques, sus nuevas opciones (como la "pieza de reserva" que nos permite cambiar la que cae por una guardada previamente) que le dan mayor calado estratégico. Pero ¿y luego qué?
Pues luego Nintendo ha seguido haciendo de las suyas, y ha sabido cómo rematarlo. De varias formas. Una con todo tipo de subjuegos, algunos diseñados para el palito (porque al Tetris normal, se juega como siempre), y entre ellos varias formas de dar una originalidad a lo de hacer piezas que es meritoria. Un modo presión en que competimos en la pantalla superior contra alguna mascota de la gran N que lo hace en la inferior, un modo táctil sorprendente aunque no tan adictivo, o un modo atracción en que las piezas se hacen con un cuadrado en el centro que es el que movemos mientras el scroll vertical nos permite ir recogiendolas que se nos pegan, son sólo algunos ejemplos.
Si todo esto pareciese poco, el buen hacedor de líneas sabrá de maravilla que hay algo más divertido que hacerlas en solitario, y que puede llegar a ser al mismo tiempo más frustrante que hacerlas mentalmente tratando de conciliar el sueño: hacerlas contra un rival. Esto último porque uno puede ser un maestro, y acabar perdiendo con un novato enervante. Y con un juego tan perfectamente desarrollado en sus funciones de red este Tetris tiene algo que ahora mismo sí lo convierte en el mejor (aún cuando se reduzcan mucho sus modos en multijugador), en un juego para que los que alguna vez han sido adictos (alguna asociación de “anónimos” habrá registrada) salgan de casa corriendo a adquirir el suyo, y si desconfiaban de ella todavía, a por una DS. Tetris ha vuelto con Nintendo, y ha logrado fusionarse más que nunca.