¿Dónde está el truco? No lo hay. Es la magia de Disney. O la de Final Fantasy, quien sabe. Todo aquello que un seguidor de Kingdom Hearts pudiera desear lo obtiene en esta segunda parte, desde visitar el palacio del Rey (bloqueado en el primer juego) a poder luchar en formas avanzadas, como un Super Saiyan cualquiera, configurando personalmente todos los ataques y combos, en solitario o con los compañeros. Misiones optativas, una aventura no-lineal que no presenta complicaciones excesivas para obtener todas las armas finales (obtener algo así en una entrega de Final Fantasy es un desgaste de tiempo), y un nudo trepidante, de los de “quiero saber más”, convierten las cuarenta horas de juego en puro entretenimiento.
Aunque algo de triquiñuela sí que gasta. En sí, Kingdom Hearts no aporta nada nuevo. Aunque la trama sea más variada, con la inclusión de nuevos enemigos o escenarios, el tono de la historia sigue la evolución clásica del éxito en los videojuegos: una segunda parte con un toque más siniestro (a Jak II: Renegado me remito), con un sistema que permite superar etapas sin excesiva dificultad (disfrutando del juego, como sucede con Ape Escape, gráficamente delicioso y muy sencillo en cuanto al control a pesar de la cantidad y complejidad de los artilugios), y la inclusión de nuevos elementos en los combates (como los ataques de reacción, idénticos a los que ya aparecieran en God of War al enfrentarte a según que monstruos). Kingdom Hearts es una mezcla de todo lo anterior, toques de humor y dulzura –sin llegar al pasteleo- y llavetazos a mansalva.
¿Cómo puede cortar una espada con esa forma?
Pero al gran público eso le da igual. Incluso obviando toda la inclusión Disney, el argumento ('corta-pega' en ocasiones) o toda la comicidad o fantasía, a los jugadores les entusiasma más la idea de estar frente a un ActionRPG de Square-Enix. Y más si incluye repertorio extenso de personajes de entregas anteriores de la compañía. La jugabilidad no se sopesa tanto cuando sabes que Sephiroth o Cloud van a aparecer por aquí (con los vestuarios que llevan en la película Advent Children, además), o que Auron, el tipo duro, va a hablarnos en castellano. Porque esa es la guinda: todos los diálogos han sido doblados. ¿A favor del público infantil-juvenil que adquiera el juego? Probablemente. Un trabajo tan complejo solo se ha visto en Ape Escape 3 (con un doblaje muy bien hecho, incluso con canciones originales), y en aquel Metal Gear Solid que ahora se nos antoja tan lejano. Incluso, apurando, en la saga de Jak and Daxter. Pero difícilmente el doblaje se convierta en extra habitual para los RPG's: antes lo vaticino como honor reservado a los grandes títulos... o ni siquiera a ellos (tan solo hay que echar un ojo a los lanzamientos de Final Fantasy hasta ahora). Otro motivo más para hacerse con él.
De manera que, sí, usuario de PS2: Kingdom Hearts II es una adquisición MUY recomendada. Como lo fue Kingdom Hearts en su momento. Aunque solo sea por el cuidado en la edición, por tanta simpatía junta en un mismo juego, por las bandas sonoras (versiones de las originales Disney, memorables, resulta imposible dejar de tararearlas) o por la sorprendente fusión de la ilusión con la realidad, la vida o la muerte. No es un juego que te induzca a grandes reflexiones (¿acaso alguno lo logra? Ya lo dicen por ahí, que los japoneses para hablar de filosofía son muy suyos...), pero tampoco lo pretende. No innova en exceso, pero no se estanca y entretiene. Fantástico. Y no será el último, aunque Square-Enix afirme que la presunta conclusión de la historia no esté en proyecto a corto plazo. Aunque si tienen que hacer caso de nuevo a sus seguidores...