Dirigida en 1983 por Brian De Palma sobre un guión de Oliver Stone “Scarface”, titulada “El Precio de Poder” en nuestro país, supuso uno de los mayores éxitos de la carrera de su realizador así como una de las interpretaciones más celebradas de su protagonista, un pletórico Al Pacino que daba vida aquí a Tony Montana, un refugiado cubano que se abre camino a base de sangre y plomo hacia la cúspide del narcotráfico y que acaba siendo víctima de su propia ambición desmedida. A la hora de adaptar el film al videojuego, los programadores han optado por crear una especie de pseudo-secuela que les permita aprovechar el argumento y personajes del original sin verse prisioneros de estos. Así, el guión del juego -a cargo del reputado David McKenna (“American History X”)- se inicia justo donde terminaba el film, con Tony enzarzado en un apocalíptico tiroteo con los sicarios de su antiguo socio Alejandro Sosa. La diferencia estriba en que en esta ocasión Tony sobrevive al ataque pero su imperio ha sido destruido. Meses después, un recuperado Montana vuelve a la ciudad dispuesto a todo para volver a la cima y vengarse de aquellos que le traicionaron.
A partir de aquí, y a lo largo y ancho del amplio mapeado, tendremos que llevar a cabo misiones de todo tipo que van desde liquidar a un narco rival hasta ejercer como camello callejero, pasando por la compra de alijos, la protección a los proveedores, el blanqueo de dinero o la adquisición de propiedades y/o objetos exóticos. Con todas estas misiones iremos aumentando progresivamente la reputación y los ingresos de nuestro protagonista, lo cual redundará en nuestras posibilidades de acción ya que, a medida que aumenta nuestro poder podremos reclutar a un determinado número de sicarios para que se encarguen del trabajo sucio y los cometidos de menor importancia que van desde ejercer de chofer a recaudar fondos o el trapicheo callejero.
Decidle hola a mi amiguito.
Al igual que la película en que se inspira, “Scarface” el videojuego posee un alto contenido de violencia gráfica que estalla cuando uno menos se lo espera. Los enemigos abatidos suelen dejar detrás de si un verdadero torrente de sangre, que variará según el arma que usemos y la forma en que lo hagamos, puesto que un indicador de daño localizado permite ver todo tipo de heridas y desmembramientos. En cuanto a las armas, estas van desde el simple revolver al lanzagranadas o las ametralladoras automáticas, pasando por una truculenta motosierra, aunque también tenemos la opción de pelear cuerpo a cuerpo. Sea como sea, cada enemigo abatido irá aumentando nuestro “medidor de bolas” (sic), que una vez lleno nos permitirá hacer uso del modo de Furia Ciega, modo en visión de primera persona donde por unos instantes Tony se vuelve invulnerable y cada enemigo abatido sirve para recuperar su maltrecha salud. Un recurso que puede sacarnos de más de un aprieto y que conviene utilizar con inteligencia. Otro medio de incrementar el medidor consiste en intimidar a miembros de bandas rivales o completar conversaciones con los transeúntes.