Todos los aficionados a los RPG conocen Final Fantasy. Algunos lo repudian, otros lo alaban, pero nadie puede negarle su cuidado, buen argumento y mejor hacer de Square. Quizá más concretamente, de SquareSoft. Porque cuando apareció SquareEnix, la evolución de la compañía desarrolladora en su fusión con Enix, el nivel de los juegos decayó. Final Fantasy X-2 es la prueba, quizá el lanzamiento más repudiado hasta ahora, con un desarrollo de la partida en forma de episodios y una historia más... rosa. O desenfadada. Ni de lejos similar a la de su predecesor, que amaneció en PlayStation 2 y nos dejó boquiabiertos. Sabiendo que las secuelas no son el fuerte de la empresa, ¿con qué ojos debemos fijarnos en las nuevas entregas de Final Fantasy VII?
La primera película de Square, Final Fantasy La Fuerza Interior, fue un fracaso en taquilla. Personajes modelados en 3D, demasiado acartonados salvo por su cabello (el único elemento del diseño que fue promocionado hasta la saciedad), y un planteamiento MUY alejado de las tramas habituales de Final Fantasy no acabaron de agradar al público. Advent Children, sin embargo, es otro cantar. En ella se saca todo el jugo a la esencia de los juegos originales: combates con espadas desproporcionadas, con una velocidad espeluznante, empuñados por personajes con carisma. Cuando quieren, saben como complacer.
Así, uno se encara a Dirge of Cerberus con dos opiniones contrastadas. Son capaces de hacer un trabajo fantástico, pero también de arruinarlo todo con segundas partes. Y entra el miedo, máxime cuando este juego se sale de la tónica de Square y entra en un terreno inexplorado hasta ahora: los shooters.
Nuevo caos
La historia comienza tres años tras la caída del meteorito en FFVII. Todos los protagonistas del título original se han unido a la WRO (World Restauration Organization), institución encargada de devolver el mundo a la normalidad. Shinra, la corporación que conspiraba por el control absoluto desde las sombras ha sido desmantelada, y la paz reina en el planeta. Pero es la hora para que el último paso del proyecto SOLDADO despierte... Si antes se enfrentaron a enemigos poderosos, ahora los héroes que una vez salvaron el mundo se veran las caras contra Deepground, un ejército letal comandado por los llamados Tsviets: un grupo de combate formado por personajes como Shelke, Nero, Azul o Weiss, con el único objetivo de desatar el poder legendario de Omega, el fin de todas las cosas, y traer con él la destrucción.
Vincent Valentine, personaje secreto en el FFVII original, será el eje central de la historia: para los Tsviets, es el guardián de la protomateria, aquella que les permitirá despertar a Omega; para muchos, es un antiguo subordinado de Shinra dentro de su grupo ejecutor Los Turcos; para otros, es el sujeto de los experimentos de la científica Lucrecia Crescent, el recipiente que alberga al demonio Caos; para sus amigos, es un camarada de batalla insustituible. Armado con su pistola Cerberus, Vincent (y por ende, nosotros) deberá recorrer mundo para atar todos los cabos y deterner a estos antaño servidores de Shinra, ahora entregados a una causa que podría conllevar el fin del universo.