Si restaba por aparecer un título que convenciese de adquirir a estas alturas una PS2, es éste. Gráficamente un año más desfasado que el resto de consolas de nueva generación, Final Fantasy XII tiene un carisma, un argumento y una vida útil que lo convierten en una compra altamente recomendable. Muchos se acercarán con miedo a este juego, después del crimen cometido por Square-Enix con Final Fantasy X-2, una continuación forzosa de FF X, carente del carácter de exploración y la simpatía de anteriores entregas. Y no es para menos. Visto que a la compañía nipona no se le da nada bien la experimentación en otros géneros (Dirge of Cerberus, un lanzamiento atractivo para los aficionados a FF, pero demasiado corto y ligero para los veteranos de la bestia negra) o las secuelas (como el ejemplo de FF X-2 ya citado), no es de extrañar que algunos nos aterremos al pensar en FF XII: un título que no solo se basa en el mismo mundo que Final Fantasy Tactics, Ivalice (para PlayStation y Game Boy Advance), y que podemos considerar una especie de ‘tercera parte’, sino que además ofrece un lavado de cara completo a la estética FF, con un aspecto más realista, serio, ¿formal?
Pero no hay lugar para miedos y prejuicios. Con el dvd cargándose uno ya percibe los nervios. Es el primer minuto de las más de cien horas de juego que nos aguardan. Y cuando la pantalla muestra la secuencia de vídeo previa al inicio de la partida, con la melodía principal de FF IX versionada para la ocasión, nadie puede decir que no se encuentre delante de un auténtico Final Fantasy.
Será recordado por sus cambios radicales en la saga. Desde la transición del tradicional del sistema de turnos a una acción contínua (Batalla en Dimensión Activa, la llaman), sin esperas, con libertad de movimientos por el escenario. De los combates aleatorios, hasta ahora suplicio de todos los jugadores, a peleas contra monstruos visibles en el mapa, que podemos evitar. De las fantasías medievales con tintes futuristas, a una ambientación más cercana a la pura ciencia ficción (incluso en la trama se acerca al estilo de un episodio de Star Wars). Del control de todos los personajes del grupo, a la posibilidad de dejar que determinen sus propias acciones, como sucede en Kingdom Hearts. Se mantiene el espíritu, los puntos de magia, los ítems (pociones y colas de fénix no encuentran mejores sustitutos) y los personajes y enseñas más famosas, entre moguris, barcos voladores, invocaciones y chocobos. Y, por supuesto, hay un nuevo Cid. Pero se incluyen cantidad de razas hasta ahora desconocidas, un renovado método de adquisición de habilidades a través de licencias que recuerda en gran medida al sistema de esferas de FF X, y un mapeado sin prerrenderizar, que permite girar la cámara 360º en torno al líder del grupo. Pasado y presente unidos de nuevo en la última (valga la redundancia) fantasía final de la generación de consolas que se despide.