Los jugadores más veteranos recordarán el impresionante mueble que incorporaba la recreativa original de After Burner. Creada por un equipo dirigido por Yu Suzuki, Sega se las ingenió para tratar de simular movimiento y profundidad en una época sin los avances en 3D que llegaron posteriormente, un sistema que usaron de forma magistral en otros títulos igualmente míticos como Out Run, recientemente “resucitado” con gran acierto.
Reproduciendo en lo posible la sensación de pilotar un avión, Sega nos hizo pasar horas en la cabina móvil, y horas realmente divertidas. Eso sí, menos mal que no nos parábamos a pensar en el gasto de monedas, ya que debido a una dificultad bastante alta y a su alto coste (jugar costaba tres veces más que una recreativa normal) avanzar nos hacía mirar con ansiedad nuestros bolsillos.
¿Cómo se traslada ese tipo de jugabilidad a una consola portátil? En Sega se han tomado bastante en serio este proyecto, encargando su realización a Planet Moon Studios, responsables de títulos reconocidos por crítica y público, como fueron en su momento Armed&Dangerous, o Giants Citizen Kabuto entre otros.
Sin poder ofrecer todas las sensaciones que disfrutamos en su momento con la recreativa original, en Planet Moon se han centrado en ofrecer aquella jugabilidad y potenciarla en todos sus apartados. No faltan los necesarios extras que complementen un arcade que nos tiene que divertir durante varias horas y no solo durante algunos minutos.
La primera sensación que uno tiene al jugar con Black Falcon resulta extrañamente familiar, ya que salvando las distancias este título se controla y se juega como si fuera un Afterburner de verdad.
Las novedades empiezan con la necesaria inclusión de una línea argumental (bastante básica eso si) suficiente para justificar el desarrollo de las misiones. En ella formamos parte de un escuadrón secreto a las órdenes directas del presidente, pudiendo escoger seguir la historia con leves cambios incluidos para cada uno de los cuatro pilotos disponibles. Esencialmente, organizaciones de terroristas y traficantes de armas han conseguido robar trece prototipos de aviones de combate (lo cual no es nada raro, pues como podemos comprobar en la secuencia de introducción están vigilados por un único soldado) siendo nuestra misión destruirlos junto a los terroristas a lo largo de las 24 misiones disponibles.
Afterburner sigue siendo un frenético arcade on-rails, donde continuamente avanzamos disparando a todo lo que se mueve, por lo que no sirven de referente otros títulos como Ace Combat, donde sí disfrutamos de bastante capacidad de maniobra y libertad a la hora de movernos por el escenario. En su lugar nos encontramos en un infierno de intercambio de disparos, y nuestra libertad se limitará a desplazarnos tanto vertical como horizontalmente, y a realizar algunos movimientos especiales como el looping, sin poder alterar la dirección en la que nos movemos. Al comenzar el modo historia dispondrás de tres niveles de dificultad, el nivel fácil te servirá si lo que buscas es pasear, el nivel medio es lo suficientemente desafiante para la mayoría de los jugadores, mientras que en “ace” casi parece un juego diferente, recomendable si ya dominas el juego y te has pasado el modo normal, ya que de lo contrario puede resultar demasiado exigente.
La velocidad con que se desarrolla la acción, casi no permite apreciar los gráficos, pero tampoco unas capturas que te impiden verlo en movimiento te servirán como referencia. El motor del juego es tremendamente fluido, sin presentar grandes texturas pero con un nivel de detalle suficiente para que resulte un juego vistoso y agradable, cumpliendo su función a la perfección para la velocidad a la que vamos a jugar, además de presentar numerosas referencias en cada nivel a las primeras entregas. Sin llegar a tomar demasiado protagonismo durante la acción, la música rockera está presente en cada nivel, con la calidad a la que Sega nos tiene acostumbrados, todo ello sin eclipsar completamente unos efectos de sonido que se limitan a cumplir su función sin alardes. Quizá es algo corto para el número de misiones que tiene, o quizá su naturaleza arcade unido a lo divertido que resulta para los amantes del género pueda jugar en su contra. La falta de juego on-line (solo dispone de multi-jugador en red) le resta algunos puntos para convertirse en un nuevo clásico.