En 2004, Game Boy Advance recibía un título original, muy sencillo en cuanto a contenido y grafismo: Mario vs. Donkey Kong. En él hacían su aparición los Mini Marios, versiones de juguete del famoso fontanero: Donkey Kong los había robado todos, y Mario debía rescatarlos. Comenzaba así una aventura cargada de elementos de puzzle y escenarios que recordaban a las fases del juego original de 1981, donde la rencilla entre ambos personajes se despertó por primera vez.
Ahora Nintendo DS recibe la segunda parte de la disputa entre ambos personajes: La marcha de los Minis. Si antes tan solo existían Mini Marios, ahora el repertorio alcanza también a versiones reducidas de Peach, Toad, y el propio Donkey Kong. A la fiesta de presentación de Super Minimariolandia acude Pauline, la chica que Donkey Kong apresó en el juego original, tantos años atrás. Sus instintos se apoderan de él y la secuestra de nuevo, ante los ojos de un atónito Mario que reacciona demasiado tarde. Ahora el simio se encuentra en la última planta del edificio, lejos de su alcance. Pero los Mini Marios acuden rápidamente en su ayuda. Y es a ellos a quienes deberemos dirigir a través del parque para salvar a Pauline.
Robótica sin leyes
¿Un argumento rebuscado? Quizá. Pero cualquier excusa es válida para presentar este sucedáneo de Lemmings en el que trataremos de controlar a tantos Mini Marios como sea posible y llevarlos sanos y salvos hasta la meta en cada fase. Las características de la DS se hacen patentes con el uso del stylus, pinchando directamente en cada uno de los personajes en pantalla o accionando los interruptores de ascensores y plataformas que permitan avanzar a los robotitos. Ochenta fases en total, treinta más que en la anterior entrega, nos retan en esta ocasión, ubicadas en nueve plantas distintas, cada una con una ambientación diferente. El objetivo, sin embargo, es el mismo: conseguir salvar al máximo número de minis. La manera de lograrlo en toda nuestra, aunque siempre hay un método más efectivo que los demás. Encontrarlo nos hará reflexionar en más de una ocasión.