¿Es realmente necesario un nuevo Samurai Warriors? ¿Qué diferencias albergan los distintos lanzamientos de la misma saga? Apenas perceptibles mejoras gráficas y un par de modos de juego diferentes. Pero la historia, los personajes o el estilo de lucha ‘uno contra todos’ están grabados a fuego, eternamente. Otros juegos como Ninety-Nine Nigts han imitado el formato con mayor acierto gráfico en consolas de nueva generación. Pero nada realmente nuevo. Quizá los objetivos de las pantallas difieran, pero el precepto es el mismo: sal ahí fuera con un personaje y masacra hordas enteras. Espectacular, entretenido y, ¿por qué no?, didáctico. Aprende de la crueldad de la guerra, dicen. O léete las enciclopedias que vienen como extras, con extractos de la historia de las tierras asiáticas, y la vida y milagros de los personajes de leyenda en la edad feudal.
¿Qué ofrece entonces Samurai Warriors 2 Empires si ya tengo una entrega anterior de la franquicia? Realmente, una sola cosa: su carácter estratégico. Antes de comenzar cada batalla tendremos que escoger equipamiento, guardaespaldas, montura... lo mismo que ya se venía haciendo en anteriores títulos. Pero también seleccionaremos a qué nación atacamos, con quién nos aliamos o a quién defendemos en el mapeado. Así es: Empires es un juego de estrategia al mismo tiempo que un título de acción y armas exóticas.
Batallas al por mayor
Este preámbulo a las batallas incluye incluso el consejo de los asesores gubernamentales, la adquisición de mejoras para los ejércitos y todo tipo de artimañas. Al final, no obstante, el resultado es el mismo: tendremos que repartir leña a diestro y siniestro sin desfallecer en el intento. Y esto se traduce en machacar los botones para golpear a los rivales, rellenar la barra de ataque especial, gastarlo y volver a machacar botones. Ad eternum. La transición entre batalla y batalla se vuelve cansina cuando lo único que buscamos es brega y matanza entre cientos de soldados con una IA pobre y lenta, salvo en el caso de los generales enemigos, que resultan ser unos locos furiosos que parecen estar siempre en estado berserk. Huye de ellos si te quedan pocos puntos de salud: no se andan con chiquitas y no tienen piedad con el caído.
Pese a la descripción dada, de lo que parece ser un juego repleto de enemigos, acción sin pausa y carnicería (sin nada de sangre, tranquilos todos) nos queda un título más lento que cualquiera de sus predecesores acabados en Warriors, lo que por otra parte aumenta sobremanera su vida útil. También ayudan a esto último el menú de edición de personajes y ejércitos, que te permiten ir por libre y revivir o crear tus propias batallas fuera del modo campaña.
La batalla de los clones
Los gráficos son la parte más descuidada: un corta y pega de anteriores ediciones de Samurai Warriors, con el añadido de un par de nuevos diseños. Pero los enemigos son idénticos entre sí, los escenarios ausentes de detalle (ni tan siquiera de estructuras definidas) y los rivales más formidables guardan todos un gran parecido con los propios protagonistas, lo que, por otra parte, era de esperar en PS2, con un procesador más que explotado. Sorprende que ocurra lo mismo en la versión para XBOX 360.
¿Tiene futuro esta saga? Quizá sí, pero se vislumbra lejano. El leit motiv de este juego es y siempre será el desahogo de atravesar campos de batalla enteros sembrando el caos. Por ahora, los elementos de estrategia resultan una simple carga (y además todos en inglés, lo que no deja de ser un inconveniente para muchos). La saga se pulirá con el tiempo, pero mientras tanto prima el elemento de acción sobre el estratégico. Si buscáis un juego de batalla a la japonesa con un porcentaje bien integrado de estrategia, echad un vistazo a Kessen III, de la misma casa. Por ahora Samurai Warriors se mantiene como un sajarraja por excelencia.