El 3D ha llegado. O casi.
Gráficamente, el juego luce con el mismo aspecto que siempre. Mínimos cambios entre las versiones macho y hembra de los Pokémon, con nuevos diseños en sprites, pero la misma apariencia que en títulos anteriores. La única diferencia real se encuentra en el mapeado, a vista de pájaro, que cuenta con una perspectiva tridimensional. Pero los personajes, los combates (con algún efecto más logrado) y los menús, que en esta ocasión cuentan con función táctil, son herencia de la saga, y no destacan demasiado.
Y si el apartado gráfico no resulta sorprendente, el sonoro se mantiene en el mismo estilo. Evoca constantemente a melodías míticas que los jugadores recordaran sin duda. Los efectos de sonido son los mismos de siempre, como las fanfarrias de victoria o Pokémon capturado. La mayor novedad consiste en el chat de voz disponible en algunas conexiones wi-fi, pero aparte de esta función, no existe ninguna novedad reseñable.
Incluso así, en definitiva, Pokémon sigue siendo Pokémon. Tiene ese no-se-qué que continúa despertando simpatía. Llámalo carisma, entretenimiento. Cada nueva edición repite el mismo esquema incesantemente, y quizá esa sea su mayor virtud. No busques en él un juego en el que tengas que pensar grandes estrategias. Eléctrico vence a volador, tierra vence a eléctrico, volador vence a tierra. Básico, de cajón. Si pierdes, siempre podrás partir desde el último Centro Pokémon, y tus niveles se mantendrán. Es un RPG sencillo, para todas las edades, tremendamente divertido y largo, largo hasta la extenuación. Por lo visto, GAME FREAK se ha preocupado de incluir también los mapeados de juegos anteriores, lo que multiplica su vida útil por cuatro. Ni que decir de su compatibilidad con los juegos de Game Boy Advance, o con los futuros lanzamientos en Wii. Si Pokémon ya tenía en su haber todas las claves del éxito, ¿por qué cambiar nada? Quizá no sea el espíritu más competitivo, ni el que dice más sobre los usuarios, pero es la terrible verdad.