Dynasty Warriors siempre presenta, independientemente de la plataforma en la que aparezca, una misma historia: la unificación de China bajo los ejércitos de Wei, Wu y Shu. Y su gran aliciente ha sido, de manera perpetua, las contiendas entre los ejércitos implicados en tiempo real. El control del juego nos pone en la piel de uno de los héroes de cualquiera de los tres imperios, personajes legendarios cuyos nombres aparecen en el mítico Romance de los Tres Reinos, en su papel durante las batallas campales que decidirían el futuro de la nación.
Pero les llega el turno a las diferencias con respecto a ediciones ya conocidas: si en sus lanzamientos para PS2 o XBOX Dynasty Warriors era sinónimo de largas horas de juego e infinidad de personajes, su versión para la portátil de Nintendo es mucho más escueta y tan solo contiene a tres personajes principales, que en lugar de representar a figuras históricas son estereotipos de luchador, camuflados bajo las denominaciones de Dragón (el guerrero más veloz), Quimera (el más fuerte) y Fénix (el más equilibrado). Esto no quiere decir que los líderes más relevantes de la historia China no aparezcan en este título como lo hacían en sus predecesores (Cao Cao, Sun Quan o Liu Bei, entre otros), aunque no lo hacen como personajes jugables, sino como guardianes de nuestras bases que no podemos controlar, y que debemos escoger de entre una lista de naipes. Poco a poco podremos amplir nuestra baraja con más héroes a medida que avancemos en el juego.
El jugador veterano ya se habrá percatado que todo parecido con los juegos anteriores de la saga es pura coincidencia, pero los cambios no terminan ahí. Los objetivos de cada misión son también difentes, y si antes consistían en eliminar a determinado personaje, dando un cierto margen de libertad a la hora de capturar bases o puertas enemigas, ahora cada batalla se centra casi exclusivamente en conquistar todas las bases del rival antes de que él hago lo propio con las nuestras, a modo de carrera. No hay opción de reconquista de nuestras bases capturadas, no hay interacción entre tropas de bandos opuestos: durante la partida, solo encontraremos enemigos. La interfaz del juego deja claro que nuestro rival se está enfrentando a su vez a nuestro propio ejército, aunque nosotros seamos incapaces de verlo en los escenarios. Este punto elimina una gran parte del encanto de Dynasty Warriors, del progreso de la batalla que podíamos percibir en la moral de nuestros hombres, en los mapas que mostraban el progreso de la contienda, en la lucha codo con codo junto a otros de los héroes de nuestro mismo bando, que ahora se ven relegados a cancerberos invisibles.