En España, desde la emisión de sus programas en Cuatro el número de aficionados no ha hecho más que aumentar. Y ahora, toda la acción de las dos grandes ligas de wrestling en la WWE, Smackdown y Raw, llega a nosotros en una nueva edición anual del videojuego estandarte de la empresa. Y con una gran y esperada inclusión: por fin llega ECW, la competición de lucha extrema de la compañía.
El pressing catch no es real. Es una máxima que todos los detractores del wrestling deben pronunciar al menos una vez en la vida. Y tienen razón. La WWE no es más que un gran circo, el mayor circo de nuestra era. ¿Y acaso no lo son los magos? ¿Y acaso no lo son las películas? El wrestling se vive con mayor intensidad cuanto más nos adentremos en su mundo de mentirijillas. ¿Y qué más da saber si las heridas son reales cuando la afición estalla en una ovación al final de un combate? El engaño colectivo cumple su función de entretener en directo, no tiene más misterio. Y si es en forma de videojuego, donde todos partimos de la irrealidad, el pressing catch toma otro cariz todavía más interesante.
Smackdown vs Raw 2008 llega de manos de THQ, y nos ofrece una nueva entrega de lo mismo que pudimos jugar el año pasado, con una nueva tanda de luchadores renovados, que incluye también a miembros destacados del equipo de ECW (Sandman, CM Punk, Johnny Nitro, que se unen al reparto de viejos conocidos y deleite de la chiquillada, Batista, Mysterio o John Cena), un nuevo sistema de sumisión con el pad analógico de la PSP, golpes de remate, y más posibilidades de interacción con el entorno del ring. No hay grandes aportes a las clases de combates a escoger, donde los duelos con escaleras, mesas y sillas o los Hell in a Cell pueden seguir jugándose hasta la extenuación, aunque en los programas reales de televisión aparezcan muy de tanto en tanto.
¿Qué ofrece por tanto Smackdown vs Raw? Un juego lleno de golpes espectaculares, muy arcade y muy distante de una pelea real (pero, ¿acaso Tekken, KoF o Dead or Alive eran mucho más fieles a la realidad?), pero que imita a la perfección el esfuerzo y la progresión de los combates de wrestling. Podemos castigar las piernas de nuestro rival, atacarle con armas improvisadas, lanzarlo fuera del cuadrilatero o intentar someterlo con una llave en los brazos: las posibilidades son enormes, y varían con cada superestrella sobre la lona. Porque la gran sorpresa y acierto de esta edición es la clasificación de los luchadores en ocho grandes categorías: High Flyer, con un estilo acrobático; Powerbomb, con una fuerza colosal; Submission, maestros en llaves de rendición; Technical, diestros en contrarrestar llaves; Brawler, con unos puños de oro; Dirty, traicioneros y poco legales; Showman, capaces de generar grandes aplausos o abucheos, y Hardcore, expertos en el uso de armas.
Carece, no obstante, de un mínimo de verosimilitud en el concepto más humano. No es normal que un agarre en las piernas, con el objetivo de hacer rendirse al adversario, le provoque un K.O. técnico, pero nos ha ocurrido con el juego completo. Ni tampoco es normal que un golpe definitivo sobre la lona provoque una herida sangrante, pero también nos ha sucedido. Y de todos modos, uno piensa... ¿y qué más da? Fue divertido. Y si al entretenimiento que la violencia gratuita supone (aunque nos cueste 40 euros, que demonios), le sumamos la larga vida útil del juego (que incorpora dos modos de desarrollo de carrera 24/7, en el que trabajaremos sobre el día a día de un wrestler o de un manager, entrenando, contentando a los fans y ganando combates; un modo Hall of Fame que revive combates míticos reales; posibilidades para crear nuestros propios campeonatos y luchadores, torneos, personajes desbloqueables, edición de entradas...), podemos concluir que este título no decepcionará a nadie. Ni tan siquiera a los críticos más cerrados al wrestling, si abren un poco sus mentes gracias al plano surrealista de los videojuegos.