Ron Gilbert es para muchos usuarios del videojuego un hombre con un encanto especial. No en vano, de su cabeza y manos surgió uno de los títulos más venerados desarrollados en occidente, el que para muchos es el mayor símbolo de la aventura gráfica por excelencia, el todopoderoso Monkey Island. Suele ser además un tipo elocuente que con sus afirmaciones suele acertar y demostrar que parte de su éxito lo obtiene por estar dotado de un poderoso sentido común.
Si Ron Gilbert dice, pues, que Zelda, Phantom Hourglass es “el mejor maldito juego de Zelda jamás hecho”, habrá que hacerle caso. Cierto que después hace alguna puntualización a propósito de lo leonino que es alguno de sus retos, algo que no deja de ser cierto, pero ahí queda la afirmación.
La verdadera funcionalidad táctil
Hasta la fecha Nintendo DS ha visto en sus circuitos alguno de los lanzamientos más originales que recordamos. Su pantalla táctil ha permitido idear fórmulas inicialmente novedosas que en muchos casos han acabado reducidas a recurso mecánico por muchos otros títulos (especialmente los que tiraban de las mismas variantes de 'minijuegos' para dar sentido a la doble pantalla).
Por otro lado, también ha sido constante la publicación de juegos cuyo manejo respondía al funcionamiento clásico, haciendo uso de la cruceta y los botones, y haciendo de la táctil un mero añadido para gestión de items, mapeado o funciones de segundo orden.
Zelda se ha atrevido a más. Se ha propuesto que el íntegro manejo de su personaje protagonista, el entrañable Link, corra a cargo de la táctil y que lo manejemos con el lápiz sin renunciar en ningún aspecto a sus correrías de acción. Lo ha hecho con una habilidad tan grande que este se mueve a las mil maravillas, lucha como nunca, gestiona las armas que va recolectando con gran facilidad y añade además ideas como el marcado de señales en mapas para resolver puzzles y la posibilidad de hacer anotaciones o establecer la ruta cuando navegamos en barco.
En este sentido podríamos decir que ha exprimido al máximo las opciones de DS y ha logrado por primera vez que la acción se mantenga íntegra aun manejando el lápiz en todo momento, algo que refresca y divierte al más cansado de los jugadores.
Con una interfaz tan bien elaborada Phantom Hourglass tiene muchísimos puntos ganados. El sistema es totalmente intuitivo y parece incluso extraño que nunca se haya empleado antes.
Del carisma de los personajes, su entorno y su aspecto de cuento legendario, lo mejor que puede decirse es que estamos ante un Zelda en plena forma.