Hay que tener ritmo. Tendremos que ser cautos y previsores para saber cuando es oportuno atacar y cuando resguardarse del enemigo. Si logramos encadenar diez combos (o tres combos perfectos), los Patapon entrarán en Modo Fever. Serán más duros, correrán más y atacarán con más garra. Sin ese modo activado, tendremos cadáveres de Patapon tirados por la pantalla en poco tiempo. Hemos de saber cuando esperar, cuando actuar, y cuando salir por patas, mientras las tropas entonan sus cánticos y nos alegran el día.
A través de un sistema de misiones, los Patapon avanzarán por el mapeado, tomando castillos y enfrentándose a bicharracos enormes que ocupan bastante espacio de la panorámica. Fundamentalmente, hay tres tipos de fase: Caza, para conseguir alimento, dinero e ítems con los que crear nuevos Patapon; Aventura, en las que nos enfrentaremos a las tropas Zigoton; y Dragón, donde nos las veremos con criaturas que serían perfectos jefes de fin de nivel en cualquier juego, punto débil incluído. Tendremos que administrar con prudencia nuestras tropas, que no siempre podrán ser devueltas a la vida en caso de accidente fatal, y durante el trascurso del juego nos embarcaremos en la búsqueda de un objeto sagrado para los Patapon, del que desconocemos detalle, pero para el que solo existe un modo de llegar: pisoteando a todo el que se ponga por delante. Así de amistosos son los inocentes bichines de ojos saltones.
Una joya de color negro
Si a nivel jugable ya hemos destacado su particular control y su desarrollo, hemos de añadir la durabilidad del título. Si bien nos encontramos con unas escasas veinte misiones relevantes, hemos de añadir la posibilidad de repetir enfrentamiento con los “monstruos-jefe” (dragones, cangrejos, gusanos), que cada vez contarán con más poder y puntos de vida, así como de entrar de nuevo en las fases de caza, para conseguir más dinero (el Ka-Ching) y obtener un mejor arsenal. Pero también se incluyen simpáticos minijuegos (de ritmo, todos ellos) con esa misma función, que desbloquearemos conforme rescatemos a miembros importantes de la tribu Patapon, como el cocinero, el bardo o el jardinero.
Ni que decir tiene que la palma se la lleva el apartado musical y estético. Basados en los diseños originales del artista francés Rolito (www.rolitoland.com), bajo la dirección de Hiroyuki Kotani (creador de Devil Dice para PSX) y bajo la batuta de Kenmei Adachi (compositor de Loco Roco), Patapon es un juego prodigioso, con una animación fluída y una banda sonora entrañable. Las voces de los bichines son una delicia, y los efectos sonoros acompañan la acción de una manera sutil, que no entorpece al ritmo de fondo que marca nuestros movimientos con el pulgar. Los escenarios son una mezcla entre los diseños planos de silueta de los personajes, que al mismo tiempo conservan un carácter tridimensional, y los fondos con un falso 3D que dan lugar a la sensación de movimiento. Pero es mejor verlo que leerlo. Patapon es LA ADQUISICIÓN para cualquier jugador de PSP que se precie de serlo. Y patapon chimpón.