En verdad queríamos doscientos mapas
Los Bizarre aseguran que se trata de un homenaje a aquellos videojuegos de la década pasada, con fases que tenías que repetir una y otra vez. Y nadie se cansaba. Que tontos éramos entonces, ¿no? Claro que, en aquellos gloriosos tiempos, nadie sabía siquiera qué era una tarjeta de memoria o un punto de guardado. Homenaje. Lo que hay que oir a estas alturas. Ocho escenarios jugables, una prisión, una fundición, Venecia, una y otra vez. Alégrate, estás reviviendo el pasado. Recreados con detalle, eso sí, y con unos cuantos elementos destruíbles –interactivos, los llaman-, repartidos por el campo de batalla, cada misión aprovecha zonas concretas y no la totalidad del mapa.
Y no es un mal juego, para nada, si lo que buscas es un par de horas de diversión sin remordimientos. Cargarse a treinta tíos sin cargo de conciencia es algo que todo el mundo debería experimentar, pero no busques nada más en este título. Gráficamente, los protagonistas parecen extraídos de un Virtua Fighter. Les embadurnas de tonos grises, oscuros y ‘realistas’, les forras de armamento y a matarse entre ellos. Todo correcto. La música es una dama de compañía a la que nadie hace mucho caso, y lo que realmente hace vibrar los altavoces es el impacto de las balas contra paredes, techos y ventanas. Pero le falta algo más de miga. Tiene unos cuantos modos de juego en la recámara, pero siempre siguen un mismo patrón: Sprint, llega a meta a toda mecha esquivando balas; Asedio, sobrevive en un hueco esquivando balas; Contrarreloj, completa un circuito esquivando balas; Corre por tu vida... y no parece necesario seguir.
El modo multijugador, como remate, sí es bastante completo y una alternativa interesante para quienes estén ya quemados de Halo y Call of Duty en LIVE. Hasta ocho personas (meeec, error) pueden participar en los escenarios del juego individual, con hasta ocho modalidades de trifulca, desde las típicas Captura la Bandera y Cepíllate al Resto, a unos cuantos originales e interesantes, como el Caza al Zorro (un jugador por equipo es el Zorro, y el único al que vale la pena eliminar) o Dispara a la Calavera (el mapeado está cubierto de calaveras rojas y azules ocultas, y debemos eliminar las del color del equipo rival).
En definitiva, y aquí es donde quería llegar, SEGA nos propone un disco de acción directa sin ínfulas de grandeza, con un planteamiento original y lleno de adrenalina (‘¡si no mato a otro tipo de diez segundos perderé el combo!’), pero que se queda corto en cuanto al número de horas que nos mantendrá frente a la pantalla. ¿Buscas solo una sesión de tiritos rápida, sin vídeos que igualmente te saltarías presionando un botón en el mando? Este es tu juego.