De esta manera la dificultad se sitúa en un punto elevado e incluso se han mantenido aspectos algo desquiciantes, como la forma en que nuestro Belmont sube las escaleras (y la facilidad para caernos utilizándolas) o su inexplicable alergia al agua, pero nada que ver con la gravedad de las consecuencias de fallar ante nuestros rivales: podemos continuar manteniendo la fase alcanzada, pero cuando perdamos todas las vidas deberemos empezar inexcusablemente desde el principio de esta, lo cual llega a ser trágico cuando la dificultad ha aumentado y llegamos al final boss justos y con una complicada pelea por delante. Algo que se agrava cuando en la tercera fase se impone ya un ritmo muy alto desde el primer momento (salvo que juguemos con María, en el improbable caso de que a la hayamos localizado), y cuando nos encontramos con algún monstruo terco que nos aniquila con demasiada rapidez como para poder intuir las rutinas que le guían. Y volver a empezar desde el principio es un riesgo para la integridad de la PSP ante la ira que puede despertar en algunos jugadores, si bien ayuda a generar habilidad y alarga una aventura no excesivamente prolongada.
La especialidad Castlevania
A pesar de que la saga pueda tener sus altibajos, y particularmente algún episodio demasiado exitoso para que sus seguidores no dejen de citarlo (luego vamos a ello, que aquí tiene su importancia), en general la serie que aquí conocimos como Vampire Killer en su llegada a MSX2 ha tenido un tratamiento excelente. Cambios de personaje dentro generalmente de la familia Belmont, diferentes introducciones para llevarnos al mismo punto... pero sobre todo unos rasgos que por sumamente atractivos solo debían reforzarse con añadidos (armas, monstruos adicionales, apertura de diferentes caminos para llegar al final...).
Aquí destaca la introducción con una rápida batalla con lo que podría ser un final boss, que si bien se retira rápidamente (en un recurso que hemos visto en otros capítulos) evita la simple recurrencia de “salto, látigo, y adelante” desde el comienzo. Las primeras pantallas se suceden ágilmente tras una introducción de gran brevedad y que nos demuestra cómo las animaciones 3D son rápidas y eludibles (como siempre debería ser...), apareciendo ocasionalmente como puente en nuestras acciones.
No hay una excesiva complicación en cuanto a las opciones: salto, látigo, arma secundaria que empleará los archiconocidos corazones que recolectamos vía candelabro y que podemos cambiar por otras, ataque especial... Todo queda así en manos del guión/desarrollo de fases -que tiene el punto a favor de permitirnos elegir camino en muchas de ellas- y en que la técnica nos arropa. Y si hemos nombrado el aspecto gráfico, qué decir de la tradicional dedicación a las bandas sonoras orquestales que nos hielan la sangre y refuerzan la épica mientras nos adentramos en la oscuridad. Excelente.
Y de postre... la especialidad de la casa
Con lo dicho, los seguidores de Castlevania y usuarios de PSP no tendrán duda posible. Los jugadores neófitos podrán por su parte caer fácilmente en su hechizo si bien se sorprenderán de lo cruel de su planteamiento cuando la dificultad apriete. Pero la cosa no queda aquí. Antes ya apuntábamos el que en ocasiones ha sido el peor rival de Castlevania, su propio nombre y lo que en algunos episodios ha logrado. Y es así porque siempre ha habido un nombre presente: el Symphony Of The Night (SOTN) como juego que en su desarrollo 2D en Playstation llevó la saga a lo más alto. Sus melodías, sus gráficos, su variedad con toques RPG, su ejecución... Pues bien, SOTN viene aquí como un extra de lujo en esta nueva entrega, un extra que pese a no venir adaptado al formato de la pantalla de PSP sí ha sido muy bien tratado... aunque aparezca desgraciadamente oculto inicialmente y nos exija determinados “requisitos”. Pero con ese poderoso añadido este UMD se ha ganado el corazón de los leales defensores de la estirpe de los Belmont.