Parecía difícil, pero, una vez más, ha sido posible: el género de los RPG todavía admite innovaciones y sorpresas. Recientemente, salió a la venta en nuestro país, distribuido por Virgin Play, el último trabajo para PS2 de Research & Development 1, una de las creadoras más reconocidas en el desarrollo de videojuegos de rol en Japón. Esta compañía, responsable del universo Megaten (síncope de Shin Megami Tensei), tan popular en la tierra del sol naciente, nos ofrece la tercera entrega de Persona, sin duda su mejor spin-off.
Una apuesta arriesgada
Pese a haberse circunscrito exclusivamente al continente asiático con míticas sagas como Nocturne o Digital Devil, en esta ocasión los chicos de R&D1 se han atrevido a lanzarse a la conquista del mercado occidental. La principal razón es la aproximación entre la ficción y la realidad que destila el producto -siempre dentro de los márgenes de realismo que puede soportar un RPG-; la historia se ha cuidado tanto que no se restringe a las rocambolescas tramas que sólo tenían cabida en la imaginación de los usuarios japoneses, verdaderos devotos de la inverosimilitud en el mundo de los videojuegos. Otro factor que ha influido en la expansión de la distribución es la creciente difusión de la cultura manga por Europa y EE.UU., pues el juego intercala secuencias de anime de gran calidad, tanto en los personajes como en los escenarios. Aún con todo, tardaron en decidirse: han pasado dos años desde que Persona 3 apareciera en Japón.
Un complejo y delirante guión que absorbe desde el primer instante
Después de una breve película inicial que no cae en el aburrimiento -como suele ocurrir en este género a causa de la densidad de los argumentos- nos encontramos dirigiendo los pasos de un estudiante de greñas azules, al que pondremos nombre. Este chico llega a la ciudad como estudiante de intercambio y pronto notará que en su nuevo barrio pasan cosas raras.
Como si de una maldición demoníaca se tratara, cada día a partir de medianoche tiene lugar la denominada dark hour, tiempo en el que las calles se inundan de ataúdes que emergen del suelo, y de “Sombras”, unas reptantes y despiadadas criaturas de la noche.