Casi quince años más tarde, vuelve a nuestro país Simon the Sorcerer, el popular mago novato protagonista de memorables aventuras gráficas para PC. Sus dos primeras entregas, en la línea de la mítica saga Mundodisco, nos dejaron un buen sabor de boca... y con las ganas de degustar el postre: una tercera parte que nunca llegaría a España. Pero Simon regresa de la mano de Silver Style, desarrolladora alemana que ha decidido que este singular hechicero todavía tiene unos cuantos trucos ocultos en su chistera –más bien, gorro de bruja piruja- para los ordenadores de todo el mundo, incluyendo los españoles, gracias al acuerdo con la distribuidora Virgin Play.
[Un punto de partida pobre, pero una historia solvente]
Al comienzo de esta aventura, nuestro eterno aprendiz de mago –tiempo ha tenido para adquirir rodaje- sufre un desmayo, provocado por su hermano al lanzarle el mando de la tele a la cabeza. En su delirio onírico, Simon recibe la visita de su amiga Alix, habitante del Mundo Mágico, a la que salvara de fatalidades en los anteriores capítulos. La muchacha le informa de que algo muy grave está ocurriendo al otro lado de su armario -mueble gracias al cual, el hechicero en prácticas realiza sus viajes interdimensionales- y, una vez más, solicita su ayuda.
Al llegar al Mundo Mágico, Simon descubre que por allí campa a sus anchas un individuo idéntico a él, pero totalmente opuesto en lo que a principios se refiere, y asume la complicada misión de pararle los pies. Este punto de partida se antoja infantil, por no decir tópico, y deja adivinar una clara falta de originalidad en el planteamiento. Sin embargo, a medida que avanzamos en el relato, los acontecimientos nos destapan una incipiente intriga in crescendo que hará atractivo el argumento.
[Vuelve el ratón: masticado y con cucharón]
Silver Style, ha acertado recuperando el clásico sistema del point and click, en detrimento del control mediante teclado o pad que se estiló en la tercera entrega. La mayoría de las aventuras que han experimentado con este manejo, más propio del género de acción o survival, han retomado el control tradicional del ratón. Algunos de los grandes, como Broken Sword, ya escarmentaron.
Pero este retorno no ha sido tan positivo, puesto que conlleva algunos arreglos que restan jugabilidad al título. Que el cursor cambie en función del tipo de interacción posible -tendencia muy habitual últimamente-, unido a la escasez de objetos, marcan la pauta de la dificultad en la acción a llevar a cabo; blanco y en botella: leche.
Así, el videojuego desemboca en la sencillez más absoluta, motivo de decepción entre los jugadores más consumados del género. Con la consiguiente implicación, en el margen opuesto, de que el principiante se sentirá cómodo hasta decir basta, ya que, además, el producto incorpora un sistema confuso y desordenado de pistas -¿realmente era necesario?- que sólo provocará el destripe del título, como ya ocurriera con la ayuda especializada que brindaba Runaway 2: ante el menor atisbo de dificultad, el jugador, tentado, se entregará a la inmediata solución ofrecida por el propio juego. De esta manera, la diversión se tornará escasa y fracasarán los alicientes implícitos del ingenio y la imaginación, que en este género suelen provenir de las "comeduras de tarro" en busca de que una inspiración repentina –o una remota casualidad- nos resuelva todas las papeletas.