No es muy digno de elogio el diseño de un interfaz sencillo que no requiera experiencia, puesto que las aventuras gráficas deben facilitar al usuario todas las opciones y herramientas útiles de manera sintética, abarcando con un vistazo rápido todas las posibilidades a tener en cuenta. En su culminante rendición ante lo simple, los chicos de Silver Style se han cubierto de gloria.
[La naturalidad en los movimientos brilla por su ausencia]
La tridimensionalidad no es muy amiga del género que nos toca, pues éste siempre congenió más con aquellos garbosos dibujos en 2D que, como el buen vino, fueron ganando exquisitez con los años. Estas humildes representaciones visuales permitían crear las más espectaculares animaciones con suma facilidad, consiguiendo una gran aceptación al entrar muy bien por los ojos del usuario. Incluso, tenían su encanto los gráficos de aquellas aventuras pioneras, como los de Maniac Mansión o The Secret of Monkey Island, que compartían el legendario motor Scumm, generador de esos colorines pixelados con los que LucasArts dominaría el mercado videojueguil para el ratón. Con este lujoso legado, entonces la sencillez sí funcionó para la creadora Adventure Soft: así disfrutamos de los dos primeros Simon´s.
Sin embargo, ese aroma a saga de éxito se ha perdido desde que se dio volumen a las figuras planas, en un intento de hacerlas más reales. Y aunque algunos escenarios muestren un alto nivel de detalle en su diseño, sólo creemos ver una ensalada de texturas falsas y animaciones ortopédicas por todas partes; sirvan como muestra esos primeros planos de los diálogos, en los que Simon acartona su expresión y se dedica a agitar su cabeza en exageradísimos movimientos que dislocarían cualquier cuello sano, cual cantante de heavy metal.
[Buena música, mal doblaje]
Nada en Simon 4 llega a cuajar del todo. Ni siquiera el sonido, que es de lo mejorcito del título, se salva. Una composición atinada de melodías celtas con aires medievales, entremezclada con algunos temas misteriosos que parecen salidos de un auténtico thriller, constituye la eficaz banda sonora del juego. Pese a que el juego está traducido al castellano -¿qué aventura gráfica no lo está hoy?- presenta una serie de fallos garrafales en su doblaje, que merecen capítulo aparte.
Para empezar sólo se ha puesto voz a unas pocas frases, la mayoría de diálogos. Tendremos que conformarnos con leer los subtítulos para conocer los pensamientos y opiniones del joven hechicero, que, sin decir ni pío, se limita a hacer aspavientos mientras sacude su cabeza arriba y abajo, con la agresividad que antes comentábamos. La selección de un conocido elenco de actores de doblaje debió de disparar el presupuesto -¿cómo se explica si no, que Simon, su hermano y su doble tengan exactamente la misma voz?-, y para colmo, se ha obtenido un resultado final tan desastroso como es que las palabras no coincidan, en ningún momento, con las bocas. Aunque un punto a favor de las conversaciones sea que contamos con diferentes opciones de respuesta, no se trata de una innovación específica de esta entrega. Como remate, si querías caldo, toma dos tazas: el humor no se mantiene a la altura de aquel sarcasmo ácido de las partes anteriores, pues pretendiendo ser adulto, se queda en adolescente con espinillas, si llega; aún así las coñas de Simon nunca se acercarán, ni de lejos, a las añoradas perlas que ya soltaran George Stobbart (Broken Sword) o Guybrush Threepwood (Monkey Island).
[Si devoras el género y veneras al personaje, esta es tu aventura gráfica]
Simon the Sorcerer 4: Chaos Happens es una aventura entretenida que puede gustar, pero no entusiasmará -salvo a los devotos de la saga-, sobre todo si la comparamos con los pesos pesados del género. El universo fantástico de la magia, donde todos los cuentos de hadas tienen cabida, se convirtió en una baza muy fresca en sus orígenes -lo explotó Terry Pratchett con sus novelas, adaptadas a software más tarde-, pero ahora se debe renovar la fórmula. No es difícil encontrar alternativas, aunque actualmente escasean. El nacional Runaway 2, la más recomendable, está además a la mitad de precio.