[Caminar, matar, caminar, matar…; no requiere experiencia]
El control es de lo más simple. Durante la mitad de la aventura, nuestro personaje explorará hasta el último rincón de cada habitación; durante la otra mitad, se enfrentará a los enemigos. Para lo primero, lo único necesario es el imprescindible mapa de cada escenario y la palanca de dirección. Para lo segundo, apuntar al enemigo y fundir el botón X –aunque la frenética pulsación hace que la calidad de los combates se resienta, reduciéndose a una desquiciada descarga de adrenalina por parte del jugador-.
En estas peleas, se ofrece la posibilidad de atacar tomando más o menos impulso, lo que repercutirá en la gravedad del daño causado al monstruo. Sin embargo, este intento de sofisticar la lucha fracasa, cayendo Travis en las garras de sus oponentes cada vez que empleamos este “ataque combinado”. Es preferible la ajetreada presión sobre el botón de acción para liquidar malos a diestro y siniestro.
Una vez que ubicamos todas las secciones en las que se distribuye el inventario –mapa, notas informativas, objetos, armas, provisiones,…- nada nos falta por aprender, y podremos dedicarnos en cuerpo y alma al descubrimiento de los secretos de la villa fantasma.
[Un espeluznante apartado sonoro y unos gráficos que, aunque ya huelen, saben sorprender]
Aparte de la estremecedora ambientación, es en el sonido donde los chicos de Konami merecen el sobresaliente. El juego está plagado de sonidos inquietantes, martillazos estridentes y repetitivos que nos harán creer que, en realidad, se trata de un lamento quejumbroso que se ha instalado en nuestra cabeza. La música no es tan frecuente como los efectos, pero, cuando aparece, notamos el mismo tono de desesperanza y melancolía que domina el producto. Es una lástima que, pese a haberse traducido al español, no se hayan doblado las voces.
Los gráficos son casi idénticos a los de toda la saga, una de las causas déjà vu de Silent Hill Origins, pues dará la sensación de haberlo jugado anteriormente; entiéndase que rebosan calidad, pero, tratándose de una saga de tamaña longevidad, se quedan en insuficientes. En ciertos rasgos, sí se aprecia una evolución, sobre todo en las texturas, y por supuesto, en las secuencias animadas. Aunque, en líneas generales, el potencial de la segunda de Sony, con la veteranía de la que puede presumir, se podía haber exprimido mucho más.
Por otro lado, merecen especial atención algunas joyitas visuales. La linterna del camionero emite unos destellos muy conseguidos, que modificarán la nitidez dependiendo de su posición, además de proyectar en las paredes siluetas fantasmagóricas de los engendros que nos salen al paso. Cuando estos bichos van a hacer aparición, se nos avisa –punto negativo: quita miga al susto- mediante interferencias de radio y la pantalla se salpica con punteados y granulaciones propios de las películas de terror en blanco y negro.
Pudiendo resultar fastidiosos, los movimientos caóticos -pero intencionados- de la cámara se encargarán de que avancemos siempre hacia lo que no vemos, creciendo en suspense toda acción, por simple que sea. Además, encontramos acertados detalles simbólicos de la cuidada continuidad del juego: los cadáveres permanecerán en el lugar exacto donde se quedaron, sin desaparecer, por muchas veces que revisitemos la escena; incluso, al pasar por encima de ellos, Travis dejará un rastro de sangre tras sus pisadas.
[Un gran juego de terror, pero que sea el último...]
Silent Hill Origins es el mejor episodio de la saga, pues, al ser el último, corrige todos los fallos de los anteriores. Pero, una serie que lleva una década en el mercado necesitaba algo fresco y diferente, no más de lo mismo. Éste puede ser uno de los motivos por los que ha salido a la venta a un precio más bajo de lo normal, inferior a los 30 euros.
Será un título imprescindible para los que nunca hayan jugado un survival, y también para los asiduos a la marca que buscan respuestas para entender la trama episódica. Absténganse los que quieran una renovación del terror tras haber jugado las otras cuatro entregas. Si se trata de cambiar, tienen el Resident Evil 4 en versión Platinum a 20 euros.